Hace unos días, murió una de las deportistas más importantes de nuestro país: Blanca Fernández Ochoa. La enfermedad con la que convivía, el trastorno bipolar, se asocia fuertemente con la ideación suicida y el suicidio consumado. De hecho, José Manuel Dolader, director del Teléfono Contra el Suicidio (que ofrece un servicio integral y gratuito a personas que se encuentran en situaciones de crisis) afirma que durante los 11 días de búsqueda del cuerpo, 110 personas se han quitado la vida en España con los mismos problemas o similares al de ella”. 

Sin duda, las cifras expuestas son bastante conmovedoras y, sin embargo, aunque en las últimas dos semanas hemos escuchado múltiples veces hablar en medios de comunicación del trastorno bipolar, ¿sabemos realmente lo que es? ¿cómo podemos ayudar a las personas que lo padecen?

¿QUÉ ES EL TRASTORNO BIPOLAR?

El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave, incluida dentro de las alteraciones de la regulación del estado de ánimo. En términos generales, consiste en que la persona oscila entre fases depresivas que se alternan con fases maníacas (caracterizadas por un enorme sentimiento de euforia que inunda a la persona).

El trastorno bipolar se estima que es la sexta causa de discapacidad en el mundo y afecta a entre el 0,5 y el 5% de la población (Vieta, 2011; Vieta et al., 2011); y en lo que respecta a España, actualmente más de un millón de personas lo padecen (Gaceta Médica, 2008)

PERO ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS PARA LA VIDA DE ALGUIEN QUE PADECE TRASTORNO BIPOLAR?

En primer lugar, cabe destacar que se asocia a una importante reducción del bienestar de la persona, concretamente, más de un 75% de los casos sufren una reducción de las expectativas de éxito en la vida (Infocop, 2018).

En este sentido, la vida social, de ocio y familiar se encuentra afectada, reportándose un escaso apoyo interpersonal y mayores dificultades para la expresión, el disfrute de actividades de ocio y las relaciones con familiares y amigos (Hirschfeld, Lewis y Vornik, 2003; Morselly y Elgie, 2003).

Asimismo, en lo que respecta al ámbito laboral, pese a ser una condición discapacitante pero no incapacitante (Vieta et al., 2003), a medida que transcurre la enfermedad, las tasas de desempleo aumentan (Abood, Sharkey, Webb, Kelly y Grill, 2002) y casi la mitad de los pacientes pierde su trabajo (Infocop, 2018).

Y por supuesto, hablar de la disminución de la calidad de vida en el trastorno bipolar obliga a mencionar el enorme estigma social al que se encuentran sometido las personas que lo padecen. De hecho, un 45% se ha sentido discriminado y rechazado por la sociedad (Infocop, 2018).

Es por ello por lo que no podemos olvidar las enormes consecuencias que trae consigo la estigmatización. Entre ellas, dificulta el auto reconocimiento de la enfermedad, lo cual, a su vez, dificulta la adherencia al tratamiento, aumentando la probabilidad de recaídas y el impacto de la enfermedad en la vida de la persona.

Y por supuesto, en la medida que la persona sufre los efectos de la estigmatización y tiende a ocultarla para huir de la misma, se entorpece el apoyo social y la búsqueda de ayuda. Algo especialmente alarmante, dado que es el apoyo de las personas significativas para el paciente lo que se encuentra asociado a la remisión de la enfermedad sin recaídas (Johnson, Lundstrom, Aberg y Mathé, 2003) y a una mejor calidad de vida (Gutiérrez-Rojas, 2008).

Pese a todo lo mencionado con anterioridad, las consecuencias negativas expuestas pueden subsanarse, y que las personas que padecen la enfermedad tengan una vida normal. Para ello, además del tratamiento farmacológico, las intervenciones psicoterapéuticas y psicoeducativas destinadas a los pacientes y a la familia, se muestran indispensables para adquirir destrezas en la prevención de recaídas y autocuidado, y mejorar el impacto de la enfermedad en la vida del paciente (Holmgren et al.,2005).

Y por supuesto, se hace necesaria la sensibilización de la sociedad y de los medios de comunicación, para que seamos capaces de detectar y apoyar a los que sufren esta patología, siempre teniendo en cuenta que “el trastorno bipolar es una circunstancia en la vida de una persona, nunca su esencia” (Guadalupe Morales, directora de la Fundación Mundo Bipolar).

LAURA HARTO LÓPEZ.

Psicóloga en Practicas de Master.

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