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Psicoterapia problemas alimenticios

¿Tienes problemas alimenticios? Prueba la terapia de grupo bulimia y anorexia

La terapia de grupo para los problemas alimenticios: anorexia, bulimia, trastorno por atracón junto con la terapia familar, uno de los métodos más eficaces para su recuperación.

 

Las actividades experienciales grupales en psicoterapia tienen como objetivo general hacer más explícito lo implícito, ofreciendo a los participantes un mayor autoconocimiento y conexión consigo mismos y con el resto de miembros del grupo. Dentro de los problemas alimenticios: bulimia, anorexia,  ortorexia, trastorno por atracón…, las actividades vivenciales pueden proporcionar una experiencia sanadora en sí misma que profundiza en los deseos y valores de cada uno, sirviendo tanto como recurso para ahondar aspectos concretos de la enfermedad, así como herramienta para el autodescubrimiento y la autoafirmación. Estas herramientas serán imprescindibles en la fase del tratamiento en el que se busca que la persona desarrolle un proyecto vital ya que esto es el broche final previo al alta terapéutica.

Las actividades grupales son oportunidades para involucrarse activamente con otras personas con las que comparten experiencias y dificultades.

Este tipo de intervenciones suponen un reto para el terapeuta (y para los participantes) que debe prepararse para las siguientes dificultades:

  • Normalmente, las personas tienden a evitar los verdaderos conflictos de sus vidas y es responsabilidad del terapeuta dirigir el proceso para lograr el desarrollo de autoconocimiento, posibilitar conexiones emocionales, motivar la comunicación y relación en el grupo, ofrecer empatía, validación y dotar a los participantes de la esperanza necesaria para comprometerse con el trabajo del grupo.
  • Se trabaja con el nivel de intensidad emocional que ocurra en ese momento, si bien puede reducirse o amplificarse la intensidad de la emoción cuando sea necesario, el terapeuta no debe plantearse un resultado predeterminado para cada actividad, ya que cada grupo puede reaccionar de forma distinta a las mismas actividades.
  • Los miembros del grupo están en momentos distintos, esto implica que quizá no todos están igualmente comprometidos o preparados para el cambio. El terapeuta debe conocer en qué punto se encuentra cada uno con el objetivo de que saque el máximo provecho de cada actividad. El terapeuta debe facilitar que los miembros del grupo más avanzados puedan ayudar al resto en su propio proceso.
  • Las actividades deben ser equilibradas entre las que generen emociones dolorosas y otras que generen esperanza. Esto es especialmente importante debido al papel fundamental de la crítica en la enfermedad, muchos de estos pacientes han vivido sólo con lo negativo de sus vidas durante mucho tiempo.

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EL RESPETO AL PACIENTE CON ANOREXIA O BULIMIA

Respeto al paciente anorexia y bulimia
Respeto al paciente anorexia y bulimia

EL RESPETO AL PACIENTE CON ANOREXIA O BULIMIA

Ayer tuve una sesión muy dura, volví a ver a una paciente diagnosticada de ANOREXIA que no veía desde que trabajaba por cuenta ajena (año 2006) y como ya supondréis cuando alguien vuelve a terapia no suele estar en su mejor momento. Es difícil, por verla sufrir a ella y es difícil porque hace 10 años emprendí (junto con mis socias) un viaje hacia la búsqueda y la creación de un espacio terapéutico en el que tanto los pacientes como nosotras mismas nos pudiésemos relacionar desde una postura más auténtica y más respetuosa. Sí, como estábamos trabajando nos empezaba a chirriar.

En Vínculo abordamos de manera específica los Trastornos de la Conducta Alimentaria: anorexia, bulimia, trastorno por atracón… Si conocéis este tipo de patología sabréis lo realmente urgente que es el que determinados síntomas desaparezcan debido al riesgo que suponen para la vida del paciente. Esto hace que el principio del tratamiento requiera de unas pautas conductuales sobre cuerpo y comida que tanto el paciente como (sobretodo) su familia tienen que llevar a cabo apoyándose constantemente en la terapia.

Los primeros meses de la terapia son muy difíciles, el paciente pierde el derecho a elegir cualquier comida y son los demás los que elijen por él. Esto tiene por finalidad él que pueda dejar de obsesionarse por lo que come (cantidades, calorías o numero de ingestas) y centrarse en aquellas cosas que le generan el malestar que está tapando con los síntomas propios de la anorexia o la bulimia.

Cuando esta primera fase  pasa, el paciente nota mucho alivio ya que gracias a la elección de los demás y a la guía que ha llevado a cabo la terapia, su calidad de vida aumenta de manera significativa, nota que la comida no está presente el 100% del tiempo, que vuelve a retomar amistades  y se relaciona de manera mucho más positiva con su entorno.

Esto plantea una situación trampa, en este momento tanto el terapeuta como el paciente y su entorno (e insisto, en este entorno tiene especial relevancia la familia del paciente a la que los terapeutas han otorgado un poder que no tenía al comienzo de la terapia) sienten que haciendo todo como dice la terapia las cosas van a ir bien. El terapeuta adquiere un ascendente sobre la familia que le tienta a seguir tomando decisiones sobre el paciente en otros ámbitos en los que ya no tiene como función decidir, sino acompañar al paciente para que éste pueda ir descubriendo cual es su propio criterio (que tan escondido ha quedado por la enfermedad) y aunque el deseo del paciente sea que le digas lo que tiene que hacer la labor del profesional es ayudarle a desarrollar las herramientas que hagan que pueda alcanzar sus propias metas. Las propias metas del paciente, no del terapeuta, por si no ha quedado lo suficientemente claro.

El tránsito de una etapa de la terapia en la que el terapeuta marca pautas a otra etapa en la que el terapeuta acompaña no ocurre de un día para otro o de un punto de la terapia para otro, es un cambio que se encuentra en distintas fases según la esfera que se esté trabajando del paciente lo que conlleva una atención y una supervisión constante por nuestra parte. Es un trabajo transversal de la terapia.

Lo que ayer vi en la sesión fue el resultado de un tratamiento donde los terapeutas decidieron que sabían mejor que el paciente lo que éste necesitaba y que seguían empoderando a la familia del paciente cuando éste tenía un criterio diferente a la misma. Verlo tan claro me dejó bastante revuelta, es un miedo que como terapeuta me sobrevuela con frecuencia, el no ser capaz de escuchar a mi paciente y decidir, a pesar de él mismo, lo que le vienen mejor. Espero que los años de práctica, de formación y supervisión me sigan ayudando a plantearme que mi realidad no es la única, que mi modo de hacer terapia no es todo poderoso y que quien más sabe de un paciente es el paciente mismo. Quiero poder acompañar a mis pacientes desde el respeto a lo que son que es sin duda el respeto que se merecen. Y quiero respetarme a mí, a mi profesión y a mi formación como les respeto a ellos.

María Contreras Galocha

Psicóloga Sanitaria del Centro de Psicoterapia Vínculo

 

adolescencia

LA ADOPCIÓN Y LA ADOLESCENCIA

LA ADOPCIÓN Y LA ADOLESCENCIA

La adopción: un sinuoso camino que va desde la más alta ilusión y expectativas a la frustración de transitar un arduo periplo durante años hasta que se consigue. Sin embargo, una vez conseguido, las dificultades no terminan ahí. Como en cualquier crianza se abre un proceso de retos, alegrías y desafíos para los que conviene estar preparados. En un porcentaje significativo de casos algunos padres y madres se encuentran que de convivir con niños adorables han pasado a tener en su casa adolescentes enfadados con el mundo que aparentemente les odian con todas sus fuerzas. Las familias adoptivas necesitan un acompañamiento, especialmente en la adolescencia, que muchas veces las agencias que les preparan para la adopción no llegan a darles.

Para poder comprender un poco que ocurre con los niños y niñas abandonados por sus padres biológicos y luego adoptados nos puede ayudar mucho la teoría del apego de Bowlby y Ainsworth. Nos parece una teoría muy importante para entender todo tipo de relaciones humanas, y especialmente las que se producen en la familia, pero en el caso de las adopciones, muchísimo más puesto que puede estar dañado el sistema de vinculación desde etapas muy tempranas. El Apego es una forma de explicar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular. Los seres humanos tienden a establecer vínculos fuertes, selectivos y duraderos; y la alteración o la amenaza de que se alteren esos vínculos puede causar fuertes emociones y, en última instancia, psicopatología.

La teoría del apego nos explica que a la luz de nuestras primeras relaciones creamos unos modelos operativos internos, una serie de esquemas mentales con los que nos manejaremos en la vida. Estos modelos operativos nos dan datos básicamente de 2 baremos indispensables para la vida, la AUTOESTIMA: ¿soy una persona digna de ser querida y cuidada? y la CONFIANZA EN LOS DEMÁS: ¿es el entorno un lugar seguro?, ¿me puedo fiar en general de que el resto de los seres humanos buscarán mi bien o por el contrario procurarán hacerme daño? En base a estos esquemas estableceremos el resto de relaciones de nuestra vida. Sin embargo, no sólo son relevantes nuestras primeras relaciones, también tienen mucha  importancia las relaciones de apego secundarias y relaciones de amor curativas. Es decir, que esos esquemas se pueden re-escribir a la luz de nuevas experiencias relacionales. En la adolescencia por ejemplo, se reedita o se vuelven a poner a prueba los vínculos afectivos, agudizando el proceso de individuación, de independencia, y queda de manifiesto si los padres han podido ofrecer una base segura para que el adolescente pueda explorar nuevas relaciones y pueda ir mostrando nuevas facetas de su personalidad o si por el contrario, el joven percibe que mostrarse diferente o alejarse de la familia pone en cuestión la pertenencia a la misma. La adolescencia es también un momento en el que habitualmente se intenta recabar más datos sobre la familia biológica y recolocar, odiar, perdonar o intentar  ser de alguna manera leal a su familia de origen.

Enmarcados en esta visión vemos los fuertes condicionantes que pueden tener los niños y niñas acogidos y adoptados ya que sus primeras experiencias de apego suelen ser muy negativas. Se hacen así muy necesarias las terapias y orientaciones familiares en las familias adoptivas para que padres y educadores puedan asomarse a entender el universo del niño acogido

¿CÓMO SE FORMA EL APEGO?

Los modelos de apego en los niños se construyen gracias a una actitud básica, esta es la respuesta sensible. El reaccionar a la necesidad del niño o la niña de manera ajustada tanto en la infancia como en la adolescencia. Es esta respuesta sensible, ni inhibida ni sobreactuada lo que posibilita en última instancia la INDIVIDUACIÓN familiar y la construcción de un buen autoconcepto, una buena autoestima y el valor de la confianza básica en el resto de los humanos. Los padres o cuidadores e incluso los terapeutas tendremos que facilitar  un conjunto equilibrado de conductas tanto de  de protección como de interés, que proporcionen sostén, seguridad y fomento de su autonomía, que estimulen al niño a explorar y a aprender sin temor.

Los padres, tienen la difícil tarea de ver al niño como un ser humano con su propia individualidad y sus propias necesidades, no como una extensión de sí mismos o un objeto de logro de sus propias expectativas.  Cuando los padres pueden dar la entidad de sujeto al niño o la niña y sobre todo al adolescente, pueden  ofrecer libertad en sus elecciones, pero no la libertad descuidada de quien se desentiende de la vida de su hijo, sino una libertad acompañada de una interacción reflexiva con él o ella.

Los padres y madres tendrán que trabajar la capacidad para ofrecer empatía y una respuesta sensible y la habilidad para entablar conversaciones significativas con sus hijos en las que se practique la capacidad de reflexionar sobre temas interpersonales. En estos diálogos socráticos el adolescente aprenderá que cada persona tiene una mente propia una manera diferente de ver el mundo, lo cual le da indirectamente permiso para diferenciarse y le invita a respetar otras opiniones como se respeta la suya. Para ello los padres y educadores tendrán que manejar razonablemente bien sus propios sentimientos de vulnerabilidad y de inseguridad para no relacionarse con el menor desde el uso de algún tipo de mecanismo de defensa. Mario Marrone dice que esta capacidad reflexiva se convierte en una forma de sistema inmunológico mental.

LAS ETAPAS DEL APEGO

  1. PRIMERA FASE: formación del apego (6 semanas-6/8 meses): sensibilidad social indiferenciada: cualquier ser humano es bienvenido.
  2. SEGUNDA FASE: apego bien definido (6/8 meses-18/24 meses): etapa del culmen del apego donde la relación entre bebé y cuidador está consolidada. Es cuando se produce, de manera adaptativa la ansiedad de separación. Si la criatura se siente segura explorará su entorno y si se asusta o se hace daño, buscará a su “persona segura”.
  3. TERCERA FASE: formación de una relación recíproca (18/24 meses en adelante). En esta fase eclosionan capacidades como la representación y el lenguaje, el niño puede comprender mejor situaciones como la ausencia y presencia del cuidador y predecir su regreso. Hay una menor necesidad de mantener la proximidad con el cuidador principal y hay menos protestas ante la separación. Se va desarrollando noción de uno mismo. Si hay un abandono en esta fase, la capacidad de auto-regularse (emociones e impulsos) sin la presencia del cuidador puede quedar dañada. Así como la conciencia social, es decir cómo puede afectar mi conducta a otros, la empatía. Una base segura es necesaria a su vez para el desarrollo neurológico óptimo, para el desarrollo de los lóbulos frontales, en su defecto, podrían verse comprometidas las habilidades ejecutivas (habilidades cognitivas).

 EL APEGO EN LA ADOLESCENCIA DE NIÑOS Y NIÑAS ADOPTADAS

A veces, los modelos operativos internos adquiridos en una infancia de abandono o maltrato es inevitable que obedezcan a ideas como: no sirvo para nada, no me puedo fiar de los demás, me tengo que hacer daño porque necesito ser castigado o porque la angustia me supera, nadie que presente interés en mi permanece, todo el mundo me acaba abandonando, quien me conoce realmente me rechaza, hay algo malo en mí, por eso me abandonan…(baja autoestima, desconfianza en los demás, ideas autopunitivas, desvalorización…) con las cuales los y las adolescentes interpretan el mundo y a sí mismos. Muchas veces estas ideas no se perciben desde fuera puesto que los niños han aprendido a presentar una conducta falsamente adaptada. Son niños  que han podido no “dar problemas” a lo largo de su infancia, que han seguido muy a rajatabla las normas pero que han mantenido a todo el mundo a una marcada distancia afectiva. Esa ha sido a su manera, su traje de protección. Es en la adolescencia cuando esa contención se puede ver desbordada y cuando puede aparecer la crisis en la familia y en el niño o la niña. Cuando empieza a poner a prueba el vínculo y experimenta con: “si no cumplo las normas y todas sus expectativas, ¿me seguirán queriendo?, ¿cuánto de incondicional es su amor?” Es una prueba dura y difícil para los padres a la que les tocará responder con serenidad y empatía. Para ello, el conocer las posibles dificultades en su apego y generar una expectativa realista que permita reconocerle su sufrimiento y su defensa, sin por ello justificar sus actos negativos y celebrar todos los pequeños avances que se vayan produciendo, permitirá al adolescente ir ganándole seguridad a su patrón de apego.

Es importante que conozcamos la importancia de los primeros años de vida en la conformación de nuestro cerebro, de la importancia de la respuesta sensible, el contacto físico y un ambiente de cuidado, protección, estimulación y afecto. Desconocerlo genera sobre todo en la adolescencia una sorpresa y a veces rechazo de los padres hacia el adolescente que está incumpliendo las expectativas que se crearon en el proceso de adopción. Es muy significativo el alto grado de re-abandonos que se producen en torno a la adolescencia y el importante daño que esto puede producir en el niño o niña adoptada.

¿QUÉ PODEMOS HACER?: LOS TRAJES PARA SOBREVIVIR

Los apegos inseguros han de comprenderse como adaptaciones del niño, como un TRAJE que éste debe ponerse para hacer frente al patrón relacional distante, negligente, insensible, invasivo o incluso violento. Por eso en la terapia, como dicen Barudy y Dantagnan lo que hemos de hacer es honrar este traje porque es el que le ayudó a sobrevivir.

En ocasiones contamos en terapia este cuento que simboliza muy bien esta metáfora de los trajes

CUENTO DE LA BARCA

Érase una vez un hombre que caminaba por el bosque. Le quedaba poco para llegar y estaba contento, sin embargo el destino le hizo topar con un gran y caudaloso río, demasiado bravo como para cruzarlo a nado.
Tras mucho cavilar, el hombre decidió hacer una barca con sus propias manos.
Pasó días recogiendo madera y lianas para hacerla y cuando lo consiguió, pasar el río no fue ningún problema.
Sin embargo, al otro lado de la orilla le dio pena dejar tamaña obra suya atrás y decidió acarrearla.
Sus pasos pronto fueron más cansados y sus piernas comenzaron a temblarle a las pocas horas del cansancio. Sus pies se hundían en el fango y cada vez le faltaba más el aliento debido a la carga extra que suponía la barca.
Finalmente y con tristeza, miró la barca y decidió dejarla atrás. Sin embargo el hombre, ya había aprendido a hacer barcas y podrá volver a hacer otra cuando lo necesite.

                 Intentemos no “patologizar” los patrones de apego, puesto que han sido adaptativos en las diferentes situaciones que le ha tocado vivir al niño o la niña. Lo que sí que podemos tener en cuenta que es que los patrones de apego inseguros pueden ser factores de riesgo para el futuro. El trastorno de apego se puede dar cuando el daño al vínculo de apego sucede a edades tempranas (0-3 años) en etapas extremadamente sensibles para la formación de un vínculo de apego seguro y un adecuado neurodesarrollo y habiendo padecido de manera prolongada abandono y maltrato severos.

EL APEGO ADULTO: SEGÚN NUESTRA HISTORIA (RECORDADA)

                Y lo que es más crucial, esta seguridad no depende tanto de los hechos que hayamos vivido en la historia personal, por muy problemáticos que sean, cuanto del empeño por COMPRENDER esa historia. (Wallin, 2012)

Es decir, es una buena terapia comprender e integrar cómo nuestros procesos de apego en la infancia influyen o pretenden influir en nuestras relaciones adultas en el contexto de una relación de aceptación incondicional (como es la terapéutica) para poder explorar otros nuevos patrones de apego. Los autores lo llaman apego ganado a la seguridad, es decir, personas, que con una alta capacidad reflexiva, van transformando sus patrones de apego inseguros en mayores cotas de resiliencia. Que los padres y madres adoptivos tengan conocimiento de sus propios patrones de apego y hayan podido integrarlos de forma serena les hará más fuertes para afrontar los diferentes cambios del ciclo vital familiar.

Edurne García Corres

 BIBLIOGRAFÍA

LIBROS

  • Marrodán, J.L. (2015) Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en los niños adoptados y acogidos. Bilbao: Descleé Brouwer: http://www.casadellibro.com/libro-vinculate-relaciones-reparadoras-del-vinculo-en-los-ninos-adoptados-y-acogidos/9788433027894/2608761
  • Marrone, M. y Diamond, N. (2001) La teoría del apego: un enfoque actual. Madrid: Psimática.: http://www.casadellibro.com/libro-la-teoria-del-apego-un-enfoque-actual/9788488909077/840713

ARTÍCULOS

  • De Ziriza, I. Familias constituidas o ampliadas por adopción: http://www.avntf-evntf.com/imagenes/biblioteca/P%C3%A9rez%20de%20Ziriza,%20I.%20Trab.%203%C2%BA%20semip.%2009.pdf
  • Grau, E. y Mora, R. Vicisitudes en la vinculación entre padres e hijos en adopción internacional. Revista de Psicoterapia Vol. XVI-nº62: http://criafamilia.org/wp-content/uploads/2016/05/visicitudes-en-la-vinculaci%C3%B3n-entre-padres-e-hijos-en-adopci%C3%B3n-internac.-rev.-psicoterapia.pdf
  • Mosquera, D. y González, A. (2011) Del apego temprano al TLP Mente y Cerebro nº46 http://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/numero/46/del-apego-temprano-al-tlp-8499
  • Rosas, M., Gallardo, I., Angulo, P. Factores que influyen en el apego y la adaptación de los niños adoptados: http://www.redalyc.org/pdf/264/26409110.pdf
  • Sánchez-Quejía, I. y Oliva, A. (2003) Vínculos de apego con los padres y relaciones con los iguales durante la adolescencia. Revista de Psicología Social, 18 (1), 71-86: http://personal.us.es/oliva/vinculos.pdf

 

Adicción a las compras

ADICCIÓN A LAS COMPRAS

LA ADICCIÓN A LAS COMPRAS

Es muy habitual en la temporada de navidad y en rebajas que muchas personas detecten que pueden padecer adicción a las compras. En este artículo pretendemos explicar en qué consiste la adicción a las compras y cómo prevenirla y combatirla.

   LAS ADICCIONES SIN SUSTANCIA

            En el presente siglo XXI, en la sociedad occidental caracterizada por la prisa, la eficacia, la evasión, las búsqueda de emociones fuertes y paradójicamente el sentimiento de vacío existencial, ya no basta con tipificar la multitud de adicciones que podemos presentar a diferentes sustancias: alcohol, tabaco, cafeína, cocaína, cannabis, anfetaminas, éxtasis, opiáceos etc., sino que se presentan en la clínica cada vez con mayor frecuencia una serie de adicciones llamadas sociales o sin sustancia.

          En estas adicciones de nuevo cuño, que no por ello son menos preocupantes, podemos encontrar, los trastornos de la conducta alimentaria, la adicción al sexo, a la televisión, al juego, al trabajo, a internet, al móvil, a las líneas eróticas o de adivinación, a los videojuegos, a las compras… Estas nuevas adicciones se pueden presentar, a veces con entidad propia, otras veces acompañadas por adicciones químicas (por ejemplo, es muy habitual que la ludopatía se presente con alcoholismo o en comorbilidad con otras categorías clínicas como los trastornos de personalidad (especialmente los que tienen que ver con el control de impulsos), los trastornos de ansiedad y la depresión. Es importante diferenciar si la adicción sin sustancia es patología secundaria a otra enfermedad, con lo cual se espera que remita al hacerlo la primaria o si tienen que recibir una atención específica.

            Dado que las conductas que pueden ser objeto de adicción son conductas normales, que realizamos todas las personas cada día es importante establecer algunos criterios que delimiten la frontera entre una conducta normal y otra patológica. La persona que presenta una adicción social acusaría una pérdida de control sobre la conducta, fuerte dependencia psicológica, la pérdida de interés por otras actividades gratificantes y, sobre todo, que la conducta adictiva interfiera gravemente con el desempeño de la vida cotidiana de la persona o le cause deterioro en las esferas laboral, social o recreativas de su vida. (Echeburúa, 1999)

http://www.aepcp.net/arc/05.1999(2).Sandin.pdf

LA ADICCIÓN A LAS COMPRAS

           La adicción a las compras es un patrón desadaptativo de consumo en el que la persona sufre una pérdida de control sobre su conducta de compra adquiriendo objetos innecesarios o en cantidad excesiva que excede las posibilidades económicas del sujeto y que le lleva a situaciones de endeudamiento excesivo que no por ello hacen que frene su consumo exacerbado. El placer, la gratificación que crea la dependencia viene derivado del hecho de comprar, no del objeto que se adquiere, el cual casi siempre es prescindible.

            La compra adictiva suele presentar un ciclo repetido. La persona se encuentra en una situación de conflicto, con otras personas o consigo misma, que le provoca ansiedad y/o bajo estado de ánimo. Busca la evasión de esa sensación con lo que comienza a diseñar estrategias escapistas, la compra por ejemplo si esta fuera su adicción. Realiza la acción que le lleva a olvidarse del conflicto (comprar) que le proporciona una sensación de euforia y gratificación pero que remitirá pronto dando paso a la sensación de vacío (ya que el problema sigue sin resolverse), y sentimientos de soledad y de culpa por las consecuencias que derivarán de esa compra compulsiva. Para escapar de esta sensación desagradable, vuelve a repetir este patrón afianzándose así la dependencia.

            La prevalencia de esta adicción en la sociedad está entre el 1 y el 5% de la población general, en 4 mujeres por cada hombre. El problema, con entidad clínica comienza a presentarse en torno a los 30 años aunque es habitual que antes se diera un patrón de conducta evasiva. Es una adicción que se da habitualmente más en las mujeres que en los hombres ya que sobre éstas la presión social sobre la imagen es mayor y en las funciones otorgadas a su rol es más habitual la de la compra que en las asignadas al  rol masculino. Sin embargo, los objetos que tienden a comprar hombres y mujeres adictos son bastante diferentes. Las mujeres adquieren ropa, cosméticos, lencería, joyas, muebles, alimentos y regalos para otras personas, los hombres, material informático, videos y accesorios para el automóvil.

            ¿Existe un tipo de  personalidad que predisponga a la adicción? En realidad, esta sociedad ejerce una fuerte presión sobre la imagen social y presenta multitud de productos objeto de consumo con cada vez mayor accesibilidad, no en vano la denominamos sociedad de consumo. Por ello la vulnerabilidad tiene que ser cada vez menor para que se presente esta patología, sin embargo, hay algunos rasgos de personalidad que predisponen a la persona a padecer cualquier tipo de adicción. Las adicciones se presentan en personas con baja autoestima, notables dificultades de adaptación a la realidad  que se le presenta, baja tolerancia a la frustración, necesidad de gratificación inmediata, búsqueda de fuertes sensaciones, tendencia al descontrol de impulsos, tendencia a evadir conflictos y marcada incapacidad para pedir ayuda.

            Muchas de las adicciones se presentan en bidependencia, es decir, acompañadas de otras. Por ejemplo, es muy habitual que la adicción a la cocaína venga en asociación de la dependencia o abuso del alcohol, que la adicción al móvil y al trabajo vayan juntas o que se simultaneen los trastornos de la conducta alimentaria con consumo patológico de alcohol, cannabis y/o cocaína.

            La adicción a las compras, en concreto, se presenta a menudo acompañada de un Trastorno de la Conducta Alimentaria, en fase Bulimia Nerviosa habitualmente, además de un Trastorno Límite de la Personalidad de base y con presencia de cleptomanía en algunos momentos de la adicción.

            No olvidemos tampoco que una de las dependencias de mayor virulencia, que se da en muchas de las mujeres con otras adicciones mencionadas anteriormente y que está siendo estudiada con mucho interés en la actualidad, es la Dependencia Sentimentalhttps://www.vinculopsicoterapia.com/preguntas-frecuentes/ la tendencia a establecer relaciones (normalmente de pareja) simbióticas y fuertemente fusionadas que presentan el mismo craving (necesidad exacerbada de la otra persona) y síndrome de abstinencia, equiparables a cualquier otra adicción.

EL TRATAMIENTO

            ¿Qué hacer cuando se cree que alguien de nuestro entorno o nosotros mismos padece este problema? Cuando se detecta esta patología es necesario acudir a un profesional especialista en adicciones. Es muy importante que la red familiar y de amigos que sostiene al paciente colabore, si es posible, en la terapia ya que ésta es una patología que afecta a la capacidad de elección y a la libertad de la persona. Utiliza como mecanismos de defensa la negación y el autoengaño, por lo que es frecuente que estas personas mientan u oculten a su entorno el problema que les aqueja.

            Un tratamiento correcto debe tener dos dimensiones, la primera, la que atañe a la conducta de comprar que debe ser controlada y acompañada por las personas del entorno que colaboren en el tratamiento y la segunda vertiente debe hacer frente a las situaciones ansiógenas que precipitan la adicción. Conflictos interpersonales, frágil autoestima, autoconcepto centrado en el “tengo, luego existo”, falta de asertividad, etc., situaciones que se deben trabajar en terapia entrenando al paciente para su comprensión, afrontamiento y resolución.

            En algunos casos la adicción a las compras puede necesitar apoyo farmacológico de manera temporal. Los psicofármacos que se utilizan habitualmente son los antidepresivos con efecto ansiolítico (IRS…), y, en ocasiones estabilizadores de estado de ánimo.

            Es necesario además reestablecer pautas generales de higiene vital como son crear rutinas de horarios más o menos estables en los que se respeten las siete u ocho horas de sueño, la realización de ejercicio físico de manera cotidiana y la dedicación a las relaciones sociales en general pero, sobre todo, a las relaciones con un grado importante de intimidad y confianza, es decir, no sólo tener un número importante de relaciones sino que algunas de éstas sean de calidad.

            Si es posible, el tratamiento en terapia grupal, dirigido y coordinado por un profesional experto, no en forma de grupos de autoayuda ya que es muy habitual el contagio de síntomas, se ha demostrado altamente eficaz.

LA PREVENCIÓN

            Como se señalaba en la introducción, los valores que rigen la sociedad occidental de nuestra época, y el modo de vida normativo facilitan la prevalencia de este tipo de adicciones llamadas sociales, como en otras épocas, con otros valores imperantes, estaban más presentes otras patologías. En el punto anterior, se esbozaron algunas pinceladas para un tratamiento psicoterapéutico eficaz. No nos contentaremos con tratar la patología si ésta aparece sino que es interesante también proponernos prevenir su aparición.

            Son varias las medidas que se pueden tomar desde los diferentes agentes educativos que inciden sobre nuestra infancia y juventud: la familia, la escuela, los medios de comunicación… y desde todos ellos se pueden realizar políticas que reduzcan el impacto del bombardeo de la publicidad que pretende, en la búsqueda de sus máximos beneficios, convertirnos en sujetos, que se definen como tal a través de su consumo.

            Algunas de las costumbres que se podrían introducir o empezar a cambiar son, por ejemplo, no asociar ocio con consumir, acto muy habitual ya que uno de los lugares de ocio más recurrente son los centros comerciales y grandes superficies. Se debe empezar a romper el binomio éxito=adquisición de mayor número de objetos, y, en la misma línea intentar que la manera de premiar a nuestros hijos o educandos no sea siempre a través de lo material sino que se puedan utilizar otros reforzadores como el reconocimiento social o la realización de actividades gratificantes por las que no sea necesario pagar. Es también imperante en nuestra sociedad educar en la posposición de gratificaciones y en la tolerancia a la frustración, es decir, que los niños no consigan lo que quieren de manera inmediata y sin ningún esfuerzo. Son cada vez más comunes las patologías asociadas a descontrol de impulsos puesto que los menores de nuestra civilización no están acostumbrados a oír un no por respuesta o a obtener un beneficio a medio-largo plazo por el que haya que ejercer un esfuerzo continuado, a veces sin gratificación inmediata y prepara a nuestros jóvenes, para afrontar las demandas del rol adulto el entrenarse en motivarse con objetivos a largo plazo.

             Cuando haya que comprar, ya que es una actividad cotidiana en nuestras vidas, es conveniente no ir con un estado de ánimo triste o ansioso, acostumbrarse a realizar una “lista de la compra” antes de salir de casa, establecer la costumbre de crear presupuestos en los que cada persona, independientemente de su poder adquisitivo, distribuya racionalmente los gastos que presupone que tendrá en el mes o meses posteriores y que sea capaz de ahorrar para poder hacer frente a gastos mayores o inesperados.

            Además de lo anterior hay que tener en cuenta que la detección precoz de cualquier patología augura mejores resultados en su tratamiento.

Edurne García Corres

Psicóloga

LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS

LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS

Los trastornos alimentarios son el grupo de enfermedades que más muertes provoca en el campo de la psiquiatría o de la psicología. La tasa de letalidad en estas patologías por desnutrición, complicaciones cardíacas o suicidios ronda el  5% según algunos estudios.

Y sin embargo, es una de las enfermedades que permite una recuperación más completa. Es un reto para psicólogos y psiquiatras ya que no consiste sólo en diagnosticar la enfermedad e implicarse en su curación sino también en acompañar a las personas que la padecen en una búsqueda de sentido de la vida y de diseño de un proyecto vital propio  muy gratificante.

Llamamos trastornos de la conducta alimentaria al grupo de enfermedades caracterizadas por la obsesión con la comida y el cuerpo en todas sus dimensiones. Según cómo se exprese esta obsesión presentará unos síntomas u otros.  En función de esos síntomas se etiqueta la enfermedad, sin embargo es muy habitual que no aparezcan de forma pura sino que a lo largo del tiempo se pueda transitar de una a otra presentando un diagnóstico mixto o un TCA no especificado. Los TCA recorren un continium desde el máximo control de la ingesta y del peso (propio de la Anorexia Nerviosa Restrictiva) al descontrol más absoluto como es el Trastorno por atracón o la Bulimia nerviosa purgativa.

Clasificaremos aquí los diagnósticos más comunes y algunos de nuevo cuño, inventados a menudo no por la comunidad científica sino por los medios de comunicación.

  • Anorexia Nerviosa: caracterizada por el temor intenso a engordar, la restricción de un gran número de alimentos y la obsesión y distorsión de la imagen corporal. Se presentan 2  subtipos:
    • Restrictiva: en la que se controla el peso por la infra-alimentación y en ocasiones la hiperactividad.
    • Purgativa: en la que además se puede inducir el vómito y usar laxantes y diuréticos
  • Bulimia Nerviosa: en la BN la persona, en su intento de control obsesivo de la ingesta, pierde a menudo la “fuerza de voluntad” y se da atracones. Entendemos por atracones, o bien una ingesta desmesurada de alimentos en muy poco tiempo (casi siempre dulces y carbohidratos) o una no muy grande cantidad de alimento pero sí acompañada de una fuerte sensación de pérdida de control y un marcado sentimiento de culpa que genera un altísimo nivel de ansiedad. Se pueden presentar también 2 subtipos:
    • Purgativa: en la que al atracón le sigue de una manera compulsiva el vómito o el uso de laxantes y diuréticos.
    • No purgativa: en la que la persona intenta compensar de otras maneras ese atracón, o bien volviendo a una dieta restrictiva o bien realizando un incremento de la actividad física.
  • Vigorexia: es más común en varones y consiste en lograr un cuerpo muy musculado y en ocasiones, voluminoso. Se produce una fuerte obsesión por el físico, por la realización de deporte y la ingesta de determinados alimentos y complementos alimenticios (a menudo muy perjudiciales para la salud) para diseñar el cuerpo musculado con el que se obsesionan.
  • Ortorexia: obsesión por la comida sana. Estas personas sólo pueden comprar alimentos “saludables” o ecológicos. No pueden comer en restaurantes que no tengan garantizadas las estrictas normas que se autoimponen y no pueden comprar sus alimentos en los lugares habituales del resto de la población. Afecta fuertemente a su adaptación y a sus relaciones sociales.

Dentro de las enfermedades que llamamos  “de nuevo cuño” nos hemos encontrado con las siguientes:

  • Alcohorexia: consumir alcohol para evitar la ingesta y para superar la ansiedad que produce la infra-alimentación (se puede considerar un síntoma dentro de la Anorexia Nerviosa)
  • Pregorexia: obsesión de las mujeres embarazadas por recuperar su figura después del parto (habría que sopesar la posibilidad de que la mujer ya tuviera una alta obsesión por el cuerpo antes de quedarse embarazada)
  • Tanorexia: obsesión por mantenerse bronceado o bronceada incluso poniendo el riesgo su salud. Aparece a menudo como síntoma dentro tanto de la anorexia como de la bulimia.

En el recientemente editado DSM-V encontramos  los siguientes cambios:

  • Reconocimiento del trastorno por atracón (deja de ser un TCANE).
  • Revisión de los criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa (pasan a ser menos restrictivos).
  • La inclusión de la pica, rumiación y el trastorno de la ingestaevitativo/restrictivo. El DSM IV incluía estos tres últimos entre los trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia, capítulo que no existe en el DSM V.

Más allá de los síntomas visibles, físicos y comportamentales los TCA esconden una honda raíz en la personalidad de quien los sufre que es el verdadero reto para los clínicos. Además de ayudar a frenar los síntomas físicos, en lo que tendremos que trabajar duramente es en factores predeterminante o mantenedores como son:

  • La baja autoestima: a pesar del número de éxitos que puedan tener en sus vidas son personas que se sienten incapaces y un fraude para los demás
  • El perfeccionismo: nada es suficientemente bueno, nada les satisface, nada les permite recibir un halago
  • La impulsividad: sobre todo en la bulimia, hay muy poco espacio de tiempo entre pensar algo y hacerlo, su elevado nivel de ansiedad no les deja tiempo para la reflexión a la hora de comunicarse, de plantearse una relación sexual o de tomar cualquier tipo de decisión.
  • La inseguridad: por ese marcado nivel de autoexigencia, nunca se sienten seguras en sus decisiones y se ven muy vulnerables a la manipulación
  • Exceso de control: necesitan tener todo y a todos bajo control, sino se les dispara la ansiedad
  • Irritabilidad: a veces por la falta de alimento, a veces por ver incumplidos sus altísimos “deberías” se pueden enfadar y estallan con mucha facilidad, especialmente con quienes más quieren
  • La dependencia afectiva: es muy habitual que los TCA se presenten con otras adicciones como la adicción al alcohol, a la nicotina, a la cocaína o a las compras, pero casi en el 100% de los casos se presentará con una fuerte dependencia afectiva de una pareja o de un miembro de la familia, frecuentemente de la madre.

El TRATAMIENTO DE LOS TCA CONSTA DE 3 FASES:

  1. Primera fase: SUPERVIVENCIA.

El primer paso es garantizar la supervivencia de la paciente. Esto significa que habrá que sopesar si requiere de un ingreso hospitalario  (si su IMC es inferior a 18,5 o si su nivel de vómitos es alto). En caso de que se le pueda tratar de manera ambulatoria habrá que tratar de implicar a su entorno más cercano para que le ayuden en la gestión de sus alimentos. Durante un tiempo tendrán que supervisar su alimentación, su nivel de actividad física y sus accesos al baño. Quizá necesite la ayuda de psicofármacos aunque cuando comienza a tener una ingesta normal los síntomas de ansiedad y depresión se van reduciendo.

En esta se implementan técnicas predominantemente cognitivo-conductuales.

  1. Segunda fase: LA RELACIONAL

En esta segunda fase se revisan las relaciones familiares y sociales. Es frecuente, que por el propio efecto de la enfermedad o previo a ella las familias de estas personas tiendan a sobreprotegerlas y a sentirse sobreimplicados en sus vidas. Una vez que ven que la paciente ha aprendido a cuidarse y a no pagar con la comida sus conflictos, se sienten con fuerzas de ir dejándolas tomar sus propias decisiones. Aprenderán también a resolver conflictos (procurando no herir a los demás cuando reivindiquen sus derechos) y a comunicarse sin someterse a nadie.

En esta fase es de gran ayuda el grupo de terapia. Se requerirá una orientación más sistémica del clínico.

  1. Tercera Fase: el proyecto vital

En la tercera y última fase se debe ayudar a la paciente a generar un proyecto vital genuino, respetando sus propios deseos y sin sentirse cumpliendo expectativas de nadie. Es una época de autoafirmación y de ir reduciendo su implicación tanto con el terapeuta como con el grupo de terapia. Es conveniente que el clínico tenga aquí una visión más humanista de su intervención.

Respecto a los terapeutas, como decíamos es conveniente saber que se necesita trabajar una serie de actitudes importantes a la hora de intervenir con personas que sufren un TCA. Para empezar, especialmente para las mujeres terapeutas es conveniente hacernos conscientes de la presión que sufrimos todas respecto a la figura y a la imagen. No es patrimonio exclusivo de las pacientes, el índice de obsesión por el aspecto físico en nuestra sociedad es realmente elevado. No conviene olvidarlo y sí luchar contra ello también en nuestra vida cotidiana.

Actitudes y aptitudes necesarias para un terapeuta

  • Establecer alianza con el paciente.
  • Mantener empatía constante.
  • Explorar con cuidado los síntomas evitando el que se sientan juzgados y evitando también

la inducción de síntoma.

  • Limitar las batallas por el control. Hay temas incuestionables como el peso que

es preferible no tratar en las sesiones iniciales puesto que no ayuda en la alianza terapéutica. Discutir, convencer no servirá de nada y hará que el paciente desconfíe y piense que el objetivo de la terapia es que aumente de peso.

  • Mostrar una actitud de compromiso, colaboración y apertura con el paciente.
  • Ganar confianza conociendo al detalle su historia personal.
  • Trabajar la implicación familiar.
  • Manejar la frustración como terapeuta y tener paciencia con el tratamiento sabiendo que son tratamientos largos de años de duración.
  • Solicitar supervisión de un terapeuta experto .Edurne García Corres. Psicóloga del Centro de Psicoterapia Vínculo

    Trastornos alimentarios. Anorexia y bulimia.
    Trastornos alimentarios. Anorexia y bulimia.

Mi hijo me pega, ¿qué hago? (Parte 2)

Mi hijo me pega - Vínculo Psicoterapia2¿Qué hacer? La intervención.

  • Dotar de herramientas para evitar la escalada de violencia como es la práctica del time out o el tiempo fuera.
  • Revisar las normas e intentar que los padres recuperen una cierta autoridad más realista sin caer en la sobreprotección ni en el hipercontrol.
  • Fomentar la autonomía del hijo o hija para reducir su fusión primero con la madre y luego con el padre trabajando, motivando y siendo creativos con su proyecto de vida. Según Haley, se entiende por EMANCIPACIÓN el lograr a nivel académico o laboral lo que la familia considere como éxito, que será lo que le acerca a la independencia (por ejemplo, lograr una carrera, un trabajo, un trabajo bien remunerado…) y lograr establecer relaciones íntimas fuera de la familia (sean de pareja o no). La emancipación deberá ser progresiva.
  •  Intentar sacarle de la triangulación o por lo menos hacerse consciente de ella para que sea menos manipulable. Se intenta que los padres no usen al hijo o la hija como vehículo de su comunicación, y el joven pueda hacer su propia vida. Hay dos métodos extremos que casi siempre fracasan. Uno de ellos consiste en atribuir toda la culpa a la nociva influencia de los padres y procurar que el joven abandone a su familia; lo típico es que el joven sufra un colapso y vuelva al hogar. El otro consiste en tratar de mantener al joven en el hogar y de conseguir que impere la armonía entre él y su familia; esto también falla, porque en esta época de la vida familiar lo que importa no es la conciliación sino la desligazón. El arte de la terapia radica en hacer volver al joven con su familia como una manera de desligarlo de ella para iniciar una vida independiente.

Enfocando en el APEGO Y LA VINCULACIÓN:

  • Ofrecer vinculaciones seguras, fiables y continuas con al menos un adulto significativo.
  • Facilitar la toma de conciencia y la búsqueda de un sentido a las experiencias vividas, por duras que sean.
  • Facilitar la inclusión en redes de apoyo
  • Facilitar la búsqueda de una situación socio-económica justa.
  • Promover los valores de respeto a los derechos humanos
  • Favorecer el humor y la creatividad en la búsqueda de soluciones.

 

Un punto aparte: la violencia entre hermanos.

Respecto a la VIOLENCIA EN LA FRATRÍA recordemos que los celos son el cemento del narcisismo, son el camino para DIFERENCIARSE, para construir su autoestima. La intensidad de los celos está relacionada con la tolerancia a la frustración y con la RELACIÓN CON LOS PADRES.

En la INTERVENCIÓN es muy importante fomentar la empatía entre los hermanos trabajando el cambio de roles, e ir compartiendo las diferentes narrativas de ambos hermanos para dotar de sentido y circularidad a las dinámicas familiares vividas por ambos. También se intenta trabajar la solidaridad entre ellos para salir adelante en una situación en que las funciones parentales están dañadas. La relación fraternal es la más “recuperable”, la que puede cumplir la función de ser una relación de apego seguro de referencia aunque en el momento presente está muy deteriorada.

A los TERAPEUTAS y educadores se nos invita a prestar especial cuidado a los siguientes riesgos:

  1. Falta de vínculos afectivos e implicación relacional con los niños
  2. Dificultades para sentir empatía por el sufrimiento de los niños cuando expresan sus sufrimientos de forma agresiva o disruptiva
  3. Sobreidentificación con los niños que pueden llevar a respuestas sobreprotectoras y diabolización de sus padres biológicos
  4. Dificultades en el manejo de la autoridad y ayuda para su autocontrol de emociones e impulsos. Se tiene que lograr un equilibrio entre una autoridad militarista o demasiada permisividad.
  5. Olvidarse de la capacitación de los padres y su rehabilitación

El objetivo principal de la terapia será lograr una correcta INDIVIDUACIÓN sin violencia. Parece paradójico que un hijo que muestre odio y rechazo a su madre, padre o hermano a la vez tenga un nivel alto de fusión y dependencia hacia los mismos. Barudy, Dantagnan (2005)  y las teorías del APEGO lo explican muy bien:

Al contrario de lo que se podría creer, los hijos de los padres con dificultades parentales son más dependientes de éstos, en comparación con los hijos de los padres y madres suficientemente competentes. Las diferentes situaciones de malos tratos que las incompetencias parentales crean producen fuerzas emocionales centrípetas que dificultan la diferenciación y la emancipación de los hijos, aumentando el riesgo de imitación de las conductas de los padres.

En las situaciones de malos tratos de las incompetencias parentales, los sistemas de modulación emocional y conductual que los niños necesitan se ejercen a través de diferentes formas de agresión como las amenazas, los castigos corporales y las privaciones de libertad, con el objetivo de provocar temor y miedo en los niños. O, al contrario, se les manipula psicológicamente ignorándoles, negándoles la palabra o insultándoles, estos procedimientos pueden traer resultados en lo inmediato, pero difícilmente se transforman en moduladores internos de los hijos. Por lo tanto no facilitan la autonomía ni la diferenciación, mucho menos el desarrollo de una ciudadanía responsable para el futuro.

Más información

  • Barudy, J. y Dantagnan, M. Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia

Barcelona(2005): Editorial Gedisa

  • Cirillo, S. Niños maltratado: diagnóstico y terapia familiar. Barcelona (1991) Editorial Paidós
  • Haley, J. Trastornos de la emancipación juvenil y terapia familiar. Buenos aires (1985) Amorrortu editores
  • Linares, J.L. Una visión relacional de los trastornos de personalidad. Capítulo de: Roizblatt, A. Terapia Familiar y de Pareja. Santiago de Chile (2006) Editorial Mediterráneo.

http://www.redsistemica.com.ar/personalidad.htm

  • Micucci, J.A. El adolescente en la terapia familiar. Como romper el ciclo del conflicto y el control. Buenos aires (2014) Amorrortu editores
  • Población, P. Yo te manejo, tú me manejas. El poder en las relaciones cotidianas. Bilbao (2013) Desclée de Brouwer

Mi hijo me pega (Parte 1)

Mi hijo me pega - Vínculo PsicoterapiaEs una frase que flota en muchos hogares pero que no sale de la boca del padre ni mucho menos de la madre. Es una realidad que existe pero que cuesta muchísimo reconocer. Toda la familia lo vive con una vergüenza tal, que se ven incapaces de pedir ayuda. Comienzan a dar vueltas en la cabeza a dudas y preguntas: ¿qué hemos hecho mal?, ¿es mi hijo o hija un monstruo?, ¿y si lo hago público y le destrozo la vida?, ¿en realidad es bueno pero tiene arrebatos, descontrol de impulsos?, ¿son las malas compañías?, ¿si su padre y yo nos pasamos el día discutiendo, le ha podido afectar?

No es un problema aislado, es un problema cada vez más frecuente. No se resuelve con más golpes, ni señalando culpables ni poniendo etiquetas. Es un problema familiar, toda la familia debe ponerse manos a la obra para pararlo y dejar de agredirse. Hay muchos tipos de agresiones: está la física, sin duda la más grave (golpes, empujones, escupitajos…) la coercitiva (bloqueos, encierros, hipervigilancia),  los insultos, la crítica constante, la devaluación, incluso la hiperprotección y la imposibilidad de emanciparse, la violencia contra objetos y un largo etcétera que se convierte en el nuevo lenguaje de estas familias. No enseñar a un hijo a ser autónomo de acuerdo a las capacidades propias de cada edad es también una forma de negligencia de graves consecuencias.

Se inicia una escalada, un huracán que toma forma en cuestión de segundos y que no sabemos dónde va a parar ni cuáles son los daños que va a dejar tras su paso. Lo que sí es frecuente que toda la familia (incluido el agresor) se sienta profundamente avergonzado y profundamente culpable (lo exprese o no). A menudo incluso se pide perdón y sin mayores cambios o con un breve período de luna de miel, se vuelve a empezar hasta que el viento de nuevo se arremolina en torno a los pies de todos para prepararse el siguiente huracán y volver a decir en voz baja, mi hijo me pega.

Parece muy obvio pero, si nada cambia, nada cambia. De este infierno se puede salir, se puede ver de otra manera, abrir el foco, ayudar a toda la familia a parar semejante sufrimiento, pero para ello, algo tiene que cambiar y a menudo ya no se puede hacer sin la ayuda de una persona experta. La Terapia Familiar es una herramienta que, con una correcta implicación por parte de todos los miembros de la familia, que no siempre se da el primer día pero se puede ir logrando en las primeras sesiones, puede lograr que en una familia se deje de ejercer la violencia.

Violencia de hijos a padres

 ¿Qué es la violencia Filio-Parental?

 La violencia filio-parental, una de las demandas más habituales en las consultas de psicología en los últimos tiempos.

Es este un tema complejo puesto que es habitual que no se limite a la violencia de hijos a padres sino que se puede extender a los hermanos, que pueda ser del hijo a la madre o que se produzca de padres a hijos en edades tempranas y de hijos a padres a partir de la adolescencia. Intentamos excluir en este análisis la violencia machista en la pareja aunque a veces acompaña la filio-parental. En ese caso, obviamente el abordaje sería otro.

De cualquier manera la VIOLENCIA tanto física como verbal se convierte en moneda de cambio y en un modo de comunicación fallido en muchas familias. Intentemos entenderlo en el siguiente artículo y dar algunas pistas a padres, educadores y clínicos para abordarlo.

En este artículo no abordaremos las consecuencias legales y penales que este problema puede tener para lo cual conviene informarse en las instituciones adecuadas (policía, servicios sociales, etc).

De cualquier manera, se advierte a los clínicos y educadores que la violencia en la familia es un tema acompañado de mucha vergüenza, de muchos sentimientos encontrados y de una intención profunda de que no se sepa fuera de casa por lo cual es habitual que no se recurra a las instituciones y que el tema se esconda hasta que se solicita ayuda psicológica en cuyo caso tampoco se suele confesar desde el principio de las sesiones. Por eso nos conviene estar preparados para detectarlo.

Algunas teorías explicativas

 Según Cirillo, en, familias en las que existe la violencia, se concibe el maltrato como un “intento de resolver conflictos familiares que seguramente se agudiza en puntos del ciclo familiar de mayor tensión como al inicio de la convivencia, ante el nacimiento del primer hijo o cuando los hijos entran en la adolescencia e intentan aumentar su grado de autonomía. Según el autor, detrás de cada acto violento hay un sentimiento de frustración que el terapeuta tiene que lograr encontrar.

Es probable que la violencia sea transgeneracional presente en familias muy rígidas en las que no se educa en la autonomía y en la propia responsabilidad sino en que el control y la motivación siempre vengan de fuera. Se puede sumar el abuso de sustancias, habitualmente alcohol.

La violencia empieza por una frustración para resolver un conflicto y se acaba instrumentalizando para lograr poder.

Fases de la violencia Filio-Parental

  1. Conflicto de pareja agudo, explícito y oscilante.
  2. Inclinación de los hijos hacia uno de ellos, el que adopta el rol de víctima pasiva. Comienzan las dificultades con el rol dominante.
  3. Se genera una hostilidad activa hacia el dominante.
  4. Instrumentalizan la respuesta del niño. Los padres luchan entre ellos a través del hijo: el padre aliado se muestra más permisivo y el padre confrontado más autoritario.
  5. Hay un momento en el que el hijo descubre el juego de los padres y se confronta con los dos.

En el próximo blog,  ¿qué hacer, cómo intervenir? y violencia entre hermanos.

 

Edurne García Corres

 


 

Crianza y apego. Impresiones de una madre psicóloga.

A la hora de hablar de crianza y apego es necesario decir que relación madre-hijo es la relación más importante de la vida de cualquier persona, en eso creo que estaremos de acuerdo, seas madre-psicóloga o no. Y como no quiero generar controversia nada más empezar, aclaro que me refiero a la madre porque es la encargada de la lactancia (cuando esta se lleva a cabo) y suele ser la persona cuidadora del bebe durante los primeros meses/años de vida. También en ocasiones la figura principal de apego puede ser el padre, pero realmente es mucho menos frecuente.

Bueno, en definitiva, la madre es la que biologicamente está designada al cuidado principal del bebé, aunque con los cambios sociales puedan plantearse otros escenarios. A partir de aquí donde ponga madre = cuidador principal del bebé.

Este depende de su madre para sobrevivir. Ella su referente nutritivo a todos los niveles (alimentario, físico y emocional), pero sobre todo en la nutrición del afecto.

El amor es lo más básico para la supervivencia

Pensarás, todos necesitamos comer para sobrevivir, y sin duda es así. Pero como ya demostró Harlow con sus experimentos con monos rhesus en los años 70 (bastante duros para los pobres monos, hay que decir) éstos preferían a las “madres sustitutas” hechas con felpa que no les proporcionaban alimento pero si calor, suavidad  y parece que cierto “consuelo”, frente a las madres de alambre que podían suministrar alimento.

El amor, la relación es lo más básico para la supervivencia, esa relación suave, caliente, acogedora y generadora de confianza es más importante que el alimento ante la disponibilidad de ambas cosas.

Incluso cuando los monos se acercaban a la madre de metal para alimentarse intentaban no soltar del todo a la madre de felpa….Si veis las imágenes no me extraña nada, porque la madre sustituta de metal da mucho miedo.

Las necesidades de una madre en la crianza.

Soy madre de 2 niñas, por supuesto son mis pequeños grandes tesoros y se lo demuestro con todo mi amor y dedicación.

Nuestra relación será un modelo para ellas en su forma de vivir y comportarse con el resto de las personas  con las que se relacionen, así como en su manera de interpretarse a si mismas y la realidad presente y/o futura. Igualmente representará su primer aprendizaje para muchas  otras cosas.

En este marco de referencia mis necesidades son  importantes, como me sienta yo con su crianza, sus idas y venidas, sus enfermedades, malas noches, rabietas, disgustos, días que no comen, etc…también son muy importantes en esa relación. Para mi es importante y  muy necesario ser consciente de cómo me siento, estar conectada con cómo vivo todos esos lances, donde está el límite y cuando tengo que pedir ayuda, respiro, retirarme o pedir auxilio….

 

stressed young woman doing many tasks while holding a crying baby

 

Las necesidades de la madre TAMBIÉN SON MUY IMPORTANTES, aunque suene políticamente incorrecto en este momento en el que los modelo llamados de “crianza con apego” están en boca de todos los padres. Lo único importante no es el bebé. Y también por que lo que sienta yo tendrá un reflejo en mis hijas

En alguna ocasión, en los grupos de crianza que sigo me sorprendo leyendo como ante la petición de una madre sobrepasada, que no puede más por que su hijo no la deja ni ducharse 2 minutos la respuesta de las madres es decirle “que tenga paciencia, que su hijo no la necesitará igual siempre…”  pero ¡Esa madre ya ha tirado de toda su paciencia! Probablemente sabe lo que necesita si se para a pensarlo un poco, pero necesita el apoyo de otras madres para hacerlo sin sentir que sus necesidades no la convierten en mala madre. Necesita dormir, ducharse tranquila, quedar con una amiga o caminar un rato sola por la calle…y después de unas horas volver con su hijo a disfrutar plenamente de la maternidad.

La educación. Los padres como modelo

Iconos de concepto de familia

 

Somos el modelo de autorregulación emocional de ese niño, el modelo del sentir con los otros, no podemos hacerle creer que sus necesidades se impondrán siempre a cualquier coste de las de su madre… Sería muy injusto para ellos porque lo también necesitan una guía para saber conducirse emocionalmente y nuestra labor es acompañarles desde el amor, pero también desde la contención.

En algunas ocasiones la solución pasa por implicar más al padre, en el modelo de crianza, en el apoyo a la madre o, lo más importante a mi modo de ver, en configurar un modelo de crianza en sintonía con cómo son ellos(los dos), y qué necesitan como familia. Esta será una tarea complicada, un reto a abordar como pareja pero de su éxito dependerán considerablemente el futuro de ese niño.

 

 

LAS MUJERES, LA PUBLICIDAD Y LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS

Cada año, cuando se acerca el verano o la primavera llega a esos conocidos almacenes, cuando los cuerpos comienzan a quitarse ropa y empezamos a enseñar carne, la publicidad se ocupa especialmente del cuerpo de las mujeres.

La operación bikini, los batidos detox, prepara tu cuerpo para el verano y un largo etcétera de invitaciones a desintoxicarte, pulirte, afinarte, limarte, adelgazarte, tonificarte, fortalecerte, estirarte, hidratarte, broncearte, es decir preparar tu cuerpo para la exposición, evaluación y juicio de propios y extraños.

Pero en los medios de comunicación se empeñan en recordarnos que siempre nos falta (o nos sobra) algo. Y las mujeres de todas las edades emprendemos la carrera sin meta de la perfección, las dietas, el ejercicio contra reloj, los fármacos o pseudofármacos que nos ayudan a bajar de peso, los tés, los batidos… Todo enfocado a pagar grandes cantidades de dinero para ahondar en nuestra insatisfacción y en el: nunca es suficiente. Y en verano, en los centros especializados en trastornos alimentarios se incrementan las consultas, “mi hija ha dejado de comer, mi alumna ha bajado de peso de forma muy rápida, no deja de llorar, se aísla, se siente gorda, sucia, no valiosa…” y las grandes marcas siguen con sus fotografías de mujeres-niñas enfermas, pálidas de anemia, con gesto doliente, ligeras como plumas o derramadas en el suelo sin parecer capaces de nada, ni de estudiar ni de trabajar ni de reír, ni de correr, ni de enfadarse, exigir, mandar o ilusionarse con nada, incapaces en definitiva de vivir y ser agentes de su vida.

Porque interesa mantenernos en el lugar del hermoso objeto inane, puesto en el escaparate para ser observado y enjuiciado hasta que el juicio se hace interno y no podemos acallar nuestra propia voz, entrenada desde el afuera, que nos dice que no eres perfecta, no vales nada, que así, ¿quién te va a querer?. Y ahí, desde la desesperación, pedimos ayuda para reconstruir nuestra autoestima y volver a ser personas, dueñas de nuestra vida y no esclavas de nuestro aspecto.

Y en esa lucha nos encontraréis, para profundizar en las raíces de la insatisfacción, junto con muchas otras personas y movimientos como Gansos Salvajes que intentan desvelar el engaño y proponer una imagen de las mujeres realista, valorada y empoderada.

The Whale (La ballena)

¡SPOILER ALERT! Llega al cine una película tan dolorosa como necesaria, en la que el personaje principal nos hace empatizar …

EXCESO DE CONTROL Y RELACIONES SOCIALES EN TCA

La necesidad imperiosa de tener la sensación de tener todo bajo control genera un nivel de ansiedad y de desgaste que precipita …

Lista

¿OBJETIVOS PARA EL 2023?

Bajo la necesidad de sentir el control y tranquilidad las personas con TCA tienden a ponerse objetivos para el año formulados …