Comúnmente entendemos el duelo como el proceso de elaboración de la pérdida de una persona querida (generalmente asociado a la muerte), pero también se aplica a otras pérdidas como la ruptura de una relación o de una amistad, o incluso la pérdida de un trabajo, de la juventud, de la posibilidad de tener hijos … en definitiva, adaptarse a la pérdida de algo o de alguien importante para la persona. A lo largo de este proceso, la persona asimila y acepta la nueva situación, en un intento por adaptarse de forma interna y externa a la nueva realidad.
Durante este proceso, las personas tendrán que enfrentarse a aquellos sentimientos, conductas y pensamientos que causan dolor, y que precisamente por ello tienden a evitarse. El poder organizar, asimilar y experimentar aquello que causa dolor será lo que ayude a aceptar la pérdida.
Es relativamente común la idea de que, ante una situación dolorosa o que genera malestar, lo mejor para que desaparezca es no pensar en ello, no contactar con dicho sufrimiento. Sin embargo, esto empeora dicho malestar, ya que estas emociones aparecen para poder ayudarnos a aceptar la situación dolorosa y poder aprender de ellas, nos ayudan a contactar con lo que necesitamos. El duelo es un proceso normal y necesario para elaborar la pérdida, no es algo patológico. Sin embargo, si no se elabora correctamente, pueden aparecer problemas como la depresión o la ansiedad.
Manifestaciones del duelo
Es frecuente en este periodo de tiempo experimentar sentimientos de tristeza, rabia, impotencia o incluso shock emocional, en el cual puede llegar a existir una especie de anestesia emocional, una sensación de no sentir nada. Estas emociones pueden ir acompañadas de síntomas físicos como opresión en el pecho o falta de aire, dificultad para dormir o pérdida del apetito.
También es posible que aparezcan rumiaciones y pensamientos intrusivos, es decir, pensamientos con una carga emocional intensa y desagradable que invaden nuestra mente y que son difíciles de controlar (por ejemplo, no poder dejar de pensar en la persona que ya no está en nuestras vidas, en las cosas que compartíais y que ya no podréis seguir compartiendo…). Además, pueden aparecer dificultades para desprenderse de las cosas de aquel que ya no está (fotos, prendas de ropa, algún objeto personal con un gran significado…) y dificultad para concentrarse en las tareas del día a día.
Fases del duelo
El conocer las manifestaciones y las fases del duelo es muy útil, ya que, viéndolas como un esquema orientativo y flexible, nos pueden guiar a la hora de saber en qué momento del duelo se encuentra la persona que lo sufre. Consta de 4 fases:
- Embotamiento: ocurre al dar la noticia sin previo aviso de la pérdida, pudiendo aparecer el shock o el aturdimiento, lo que impide procesar lo ocurrido. El shock es un mecanismo de protección inconsciente y por tanto automático que permite a las personas tomarse algún tiempo para procesar la información. Puede durar minutos, días o incluso meses. Si este estado se prolonga durante mucho tiempo, pueden aparecer síntomas depresivos y sería recomendable la búsqueda de ayuda de un especialista.
- Anhelo y búsqueda: esta fase está marcada por la desesperación, el llanto y la preocupación. Hay una desorganización emocional, una sensación de sentir muchas emociones contradictorias entre sí y difíciles de verbalizar. La mayoría de las personas no saben qué hacer con esta avalancha de sentimientos y creen que podrían haber hecho más por evitar la pérdida, lo que puede manifestarse a través de autorreproches y una gran autocrítica. Esta etapa está marcada por la urgencia de encontrar, recobrar y reunirse con la persona que ya no está en sus vidas. Poco a poco, en la medida en que se va tomando conciencia de la pérdida, se va produciendo la asimilación de la nueva situación.
- Desorganización: en este estado aparece la desesperanza y la falta de ilusión por la vida y por aquellas actividades que antes resultaban placenteras. La persona va tomando conciencia de que aquello que echa de menos no va a volver. Se experimenta una tristeza profunda, que puede expresarse en forma de llanto desconsolado y una sensación de soledad.
- Reorganización: la persona es capaz de aceptar la pérdida y empieza a reconstruir y reorganizar su vida teniendo en cuenta la nueva situación. Acepta que la pérdida es permanente y es capaz de redefinirse. La pérdida emocional no se olvida, pero puede empezar a crear nuevos vínculos y plantearse nuevos objetivos que le permitan seguir con su vida de una forma adaptativa.
Tareas del duelo
Para sobrellevar adecuadamente el duelo, existen una serie de tareas:
- Aceptar la realidad de la pérdida. Cuando se pierde algo querido, aunque sea esperado, puede resultar difícil creérselo y aceptarlo en un primer momento. La primera tarea es afrontar plenamente la realidad de que lo que se ha ido. Esta tarea lleva cierto tiempo, ya que implica una aceptación sobre todo a nivel emocional; es decir, la persona puede ser consciente de la pérdida a nivel racional, pero estar bloqueada a nivel emocional. Existen algunas conductas que indican que existe una dificultad para realizar esta tarea, como por ejemplo no desprenderse de objetos personales de aquel/aquella que ya no está, lo que se conoce como estancamiento del dolor, o desprenderse de todo muy rápidamente para así no sufrir, dificultando ambas situaciones la elaboración emocional de la pérdida.
- Trabajar las emociones y el dolor por la pérdida. La persona necesita poder experimentar las emociones negativas relacionadas con la pérdida. Como hemos comentado anteriormente, hay personas que, inconscientemente, bloquean las emociones, lo que puede provocar que esta parte más emocional aflore más tarde. Es preciso trabajar con la persona remarcando que es normal que sienta dolor. Además, es necesario tener en cuenta que cada uno/a expresa su dolor de una manera única, ya sea mediante el llanto o la rabia. Es decir, es importante permitir a la persona expresar su dolor, tristeza o rabia de la manera en la que se sienta más cómoda.
- Adaptarse a una situación en la que la persona u objeto anhelado están ausentes.
Dependiendo de la pérdida, adaptarse al nuevo medio puede significar cosas diferentes para las personas. Esto significa que la persona tendrá que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes no tenía que asumir.
- Adaptaciones internas. La definición de uno mismo cambia y desde ahí se tiene que redefinir; por ejemplo “ahora que me he divorciado de mi mujer, estoy soltero”. Es decir, la persona tiene que redefinir su identidad, quién es.
- Adaptaciones espirituales. Cómo ha influido la pérdida en las creencias, los valores y los supuestos sobre el mundo que rodea a la persona. No todas las pérdidas desafían nuestras creencias más profundas. Un ejemplo sería: “si Dios es tan benevolente y justo, por qué no ha salvado a mi marido que era bueno y generoso”.
- Adaptaciones externas. Adaptarse a lo cotidiano sin la persona que ha fallecido o que ya no está en nuestras vidas: “Yo tengo que empezar a hacer sólo aquellas cosas que hacía con esa persona”.
- Recolocar emocionalmente a la persona que ya no está. En esta tarea la persona tendrá que aprender a volver a vivir, encontrando su sitio sin la persona o el objeto perdido. Esto no implica olvidar ni negar el recuerdo de aquello que hemos perdido, sino poder vivir el presente sin anclarse en el pasado, para poder contemplar un futuro con ilusión.
A modo de conclusión, podemos decir que el duelo es el proceso de adaptación intelectual y emocional a la pérdida. Se trata de un proceso en el que el dolor que provoca la pérdida se vive a nivel físico, , comportamental y emocional. Debido a sus características negativas, puede existir una tendencia a evitar y huir de estas sensaciones y emociones difíciles de manejar, dificultando por tanto su procesamiento y elaboración. Contactando con dichas emociones la persona podrá, poco a poco, rehacer su vida, pudiendo mantener en la memoria aquello que perdió, pero sin anclarse al pasado, para poder mirar a un futuro.
Es importante tener en cuenta que cada persona es única y el dolor será particular y diferente en cada uno, y por lo tanto los matices para ir resolviendo el duelo serán únicos para cada uno. Las tareas y fases que se han propuesto sirven de guía para ir llevando a cabo el proceso, pero esto no significa que necesariamente cada persona tenga que cumplir cada uno de ellos o seguir el orden establecido. Lo importante es respetar el proceso de cada persona, dándole el tiempo y espacio que necesite para elaborar la pérdida y reconstruirse a partir de ella. También es importante acudir a un profesional en caso de que te sientas atascado en dicho proceso o no sepas cómo elaborarlo. En Vínculo podemos ayudarte.
BIBLIOGRAFÍA
Morales, J. (2019). Proceso de duelo por ruptura de pareja. Ingenio Social, (VIII).
Worden, J. W., Aparicio, Á., & Barberán, G. S. (2013). El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Paidós.
Ana Gómez Peña
0 comentarios