¿Alguna vez te has preguntado el motivo por el cual sientes una fuerza interna que te motiva a comportarte de una forma determinada? ¿Como si de manera impulsiva se disparase automáticamente una reacción concreta a lo que sucede fuera?
Para poder contestar a estas cuestiones, el eneagrama es una herramienta muy útil tanto para psicoterapeutas como para consultantes, pues nos permite una aproximación a quién fue/fui, quién es/soy, y quién puede/o llegar a ser.
La palabra “eneagrama” significa en griego “nueve líneas”, principalmente porque describe a grandes rasgos, nueve tipos de personalidad (eneatipos), cada una de los cuales cuenta con su propio “modelo mental”. Es decir, el esqueleto psicológico desde el que se originan los pensamientos y donde se instalan las creencias, los valores, las prioridades y las aspiraciones que constituyen nuestra personalidad. Así, el modelo mental vendría a ser como una lente a partir de la cual filtramos la realidad neutra de forma completamente distorsionada y subjetiva, dándole un significado.
Si bien cada uno/a de nosotros/as cuenta con un modelo mental único e irrepetible, se ha demostrado que existen formas comunes de percibir e interpretar la realidad. Del mismo modo, con dicha información podemos lograr entender que, a pesar de que las circunstancias sociales, culturales y económicas con las que hemos nacido son importantísimas, nuestra forma de ser viene dada. Es decir, cada uno/a tiene una serie de creencias, valores y formas de pensar únicas, lo cual explica por qué dos personas que nacen y crecen en el mismo entorno pueden comportarse de forma diferente ante un hecho concreto similar.
Parece interesante conocer los orígenes del eneagrama. El responsable de introducir el símbolo con el que se representa fue George Ivanovich Gurdjieff (1875-1949). Dicho símbolo está compuesto por tres partes que representan las leyes que rigen toda la existencia. Se tratan del círculo, el triángulo y hexada, con cuya unión se configura el eneagrama. El círculo, que representa la integridad de una cosa, simboliza la idea de que todo lo creado forma parte de una misma realidad. El triángulo equilátero central enseña que cada una de estas creaciones interdependientes está compuesta, a su vez, por una trinidad, como el hecho de que las cosas no son sólo blancas o negras, sino también grises. Por último, la hexada es una figura abierta de seis lados que muestra que el cambio y la evolución son lo único que permanece con el paso del tiempo.
Desde la perspectiva del eneagrama, cada ser humano es único y diferente, pero todos/as nacemos a partir de una energía común, materializada mediante nueve cualidades o virtudes inherentes a nuestra naturaleza: serenidad, humildad, autenticidad, ecuanimidad, desapego, coraje, sobriedad, inocencia y proactividad. Teniendo en cuenta estos nueve rasgos innatos, sería uno de ellos el que determina nuestra verdadera esencia, lo cual no quiere decir que dos personas con el mismo eneatipo (tipo de personalidad) sean iguales, pero sí contarán con formas conductuales muy parecidas.
Es por esto, que conocer cuál es nuestro tipo de personalidad a través del eneagrama nos ayuda a liberarnos de nuestra ignorancia e inconsciencia, ayudándonos a identificar y superar nuestras limitaciones para reconectar con las cualidades y fortalezas de nuestra verdadera esencia.
La idea básica es que existen nueve eneatipos dentro del eneagrama, los cuales se caracterizan por una serie de rasgos y maneras de pensar, sentir y actuar. Podemos decir por tanto que hablar de eneatipo es sinónimo de carácter. En este sentido, el eneagrama a su vez agrupa a los 9 eneatipos en tres caracteres, en función de si predomina más la parte mental, la emocional o la conductual (llamada instintiva).
El objetivo del eneagrama, lejos de encasillar a la persona en un tipo de personalidad, pretende ampliar el conocimiento de uno/a mismo/a, contactar con sus creencias, valores y esquemas mentales que le llevan a actuar, pensar y sentir de una forma determinada. Permite conectar con nuestra verdadera esencia, aquella que muchas veces queda escondida tras los mecanismos de defensa o los miedos.
Teniendo esta información presente, es importante utilizar el eneagrama desde una mirada flexible, considerándolo como una herramienta adecuada para poder conocer mejor desde dónde actuamos. El hecho de que predomine más una característica u otra no quiere decir que éstas sean estancas o que no podamos modificar o mejorar ciertos aspectos de nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Simplemente nos ayuda a conectar con lo que no alcanzamos a ver.
Bibliografía
Ruiz de la Rosa, Carmela, Eneagrama para terapeutas. Editorial Descleé de Brouwer, S.A., 2016.
Vilaseca, Borja, Encantado de conocerme. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2007.
Marta Narro Rodríguez
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