LOS DESORDENES ALIMENTICIOS Y LAS RECAÍDAS
Hace unos meses, con motivo del alta de una de nuestras pacientes, subíamos una entrada en el blog en la que se hablaba de la mezcla de ilusión y miedo que se vive al comenzar esa nueva etapa. Al hablar del miedo, lo que más sobresalía y parece que sobresale, no sólo en pacientes con los desordenes alimenticios, sino en la mayoría de pacientes, con independencia del motivo por el que se haya acudido a terapia, es el miedo a las recaídas, a volver a encontrarse en una situación igual o similar a la que se estaba antes de haber pasado por un proceso terapéutico.
Por eso, en el artículo de hoy, me gustaría profundizar un poco más en este tema y hablar de lo que se considera en psicología una recaída, así como explicar un concepto, que, sobre todo en el ámbito de las adicciones, se ha encontrado que puede explicar o está relacionado con que éstas se produzcan. Éste es el Efecto de Violación de la Abstinencia (EVA).
Algunos autores como Marlatt y Gordon consideran la recaída como un proceso en el cual se retrocede a patrones de pensamiento y comportamiento presentes cuando la adicción se encontraba activa y que se habían superado, es decir, una vuelta a la conducta que se encontraba descontrolada previamente al tratamiento.
Sin embargo, diferencian la recaída de lo que en psicología se conoce como caída; un desliz o error, es decir, un episodio aislado de descontrol y vuelta a la conducta adictiva, una transgresión puntual de la abstinencia (alcohol, juego,…) o del consumo controlado (comida, compras, sexo,…).
Estos autores, también identificaron 3 tipos de situaciones de alto riesgo relacionadas con las recaídas:
1) Estados emocionales negativos: ansiedad, ira, rabia, aburrimiento,…
2) Conflictos interpersonales: de pareja, familiares, con amigos, en el trabajo
3) Presión social: situaciones en las que la persona, influida por otra, se involucra de nuevo el consumo de la sustancia o conducta adictiva.
Por lo tanto, sufrir una caída no significa que todo el trabajo llevado a cabo previamente haya sido inútil, ya que, normalmente, las caídas se producen porque la persona no ha podido o no ha sabido identificar una situación de riesgo como tal y, por tanto, no ha puesto en marcha las estrategias y recursos apropiados para hacer frente a la misma y poder superarla. Sin embargo, en ocasiones una primera caída puede llevar a una recaída. ¿Por qué? ¿Qué ocurre para que se pase de una a la otra? La respuesta a estas preguntas la encontramos en el concepto que se señalaba al principio, el efecto de violación de la abstinencia (EVA).
El EVA, es un proceso o mecanismo cognitivo que se compone a su vez de dos elementos cognitivos:
1. La disonancia cognitiva o incompatibilidad de objetivos.
Que ocurra la conducta adictiva es incompatible (disonante) con la imagen de uno mismo como abstinente, como alguien recuperado. Por ejemplo, darse un atracón, no es compatible con el objetivo terapéutico alcanzado o la imagen de uno mismo de ser capaz de controlar esta conducta. Esto, provoca en la persona un estado emocional negativo (malestar, conflicto, culpa), así como unos pensamientos negativos: “soy un desastre”, “no tengo solución”, “total, ya, de perdidos al río”, que son consonantes con la autoimagen de recaída y que, paradójicamente, pueden reducirse o aliviarse de manera momentánea con la vuelta a la conducta adictiva, ya que esta provoca un efecto ansiolítico y de alivio inmediato.
2. Las atribuciones de causalidad interna o responsabilidad de lo ocurrido:
Las personas tienden a atribuir esta caída inicial a una debilidad propia, interna (“falta de voluntad”, una “insuficiente capacidad de control” sobre las propias conductas), lo que les hace sentir culpables o con una inhabilidad personal que reduce de manera considerable la resistencia a posteriores “tentaciones”, derivando en la pérdida de control. Es decir, el hecho de que la persona atribuya este consumo puntual a factores que considera que no puede variar y que son incontrolables, provoca que no se sienta eficaz para hacer frente a situaciones de riesgo futuras, por el contrario, si atribuye esta caída a una causa externa, debida a factores imprevisibles, pero excepcionales, la reacción emocional será menor y por tanto se sentirá capaz de hacer frente a posibles situaciones similares en el futuro.
Que se produzca con mayor o menor intensidad la reacción emocional ante la caída inicial depende de una serie de factores como son: la importancia que tiene para la persona y para su vida el haberse recuperado, el esfuerzo llevado a cabo para mantener este objetivo, el grado de compromiso con la terapia, el período de abstinencia conseguido, la reacción de la familia ante esta caída, etc.
Por lo tanto, para terminar, y teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, podemos decir que la recaída no es fruto del azar o de la falta de voluntad o debilidad de la persona, sino que tiene que ver con un proceso psicológico y por tanto, será necesario en todo proceso terapéutico dedicar una parte del mismo a prevenir las mismas y poder identificar adecuadamente aquellas situaciones de mayor riesgo.
Castilla, P. (2016). La prevención de recaídas desde el modelo de Marlatt. Aporta¬ciones desde el trabajo social. Trabajo Social Hoy, 77, 109-133. doi 10.12960/TSH.2016.0006
Echeburúa, E. (1999). ¿Adicciones sin drogas? Bilbao: Desclée de Brouwer.
Echeburúa, E., de Corral, P. y Amor, P. J. (2004). Prevención de recaídas en las ludopatías. Salud y drogas, 4(2), 97-116.
Blanca Dolz del Castellar Blanco
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