Satisfacción y desgaste, las dos caras de la misma moneda de la profesión sanitaria

coronavirus

Todos/as tenemos algún amigo/a, familiar o conocido/a que se dedica al ámbito sanitario, y hemos visto muy de cerca como la intensidad emocional de su trabajo hace que puedan sufrir elevados niveles de estrés que pueden repercutir negativamente en su salud física y emocional.

En este sentido, el continuo contacto con el dolor del otro hace que, frecuentemente, aparezcan en médicos/as, enfermeros/as, terapeutas y otros profesionales del sector alteraciones musculoesqueléticas, burnout (también conocido como síndrome de desgaste profesional), alteraciones psicosomáticas y un elevado agotamiento físico (Bagaajav, Myagmarjav, Nanjid, Otgon & Chae, 2011). Estas consecuencias se agravan en situaciones de emergencias, epidemias o en áreas como urgencias, oncología, anestesia y cuidados intensivos (Aguado, Bátiz & Quintana, 2013).

Por ello, es importante que conozcamos cuáles son las condiciones que explican el elevado grado de estrés de estos/as profesionales. Entre ellas se encuentran (Serrano, 2002):

  • La ambigüedad de rol, término que se emplea para describir la incertidumbre existente, en muchas ocasiones, para conocer el modo más adecuado de realizar determinadas tareas. Esta incertidumbre añade angustia y tensión a la práctica sanitaria, ya que es el propio sanitario/a quien tiene que decidir cuál es la manera más adecuada de actuar, sopesando las consecuencias de las diferentes alternativas y a veces teniendo que elegir una opción que conlleva daños colaterales para otros/as.
  • El conflicto de rol, concepto que engloba la discrepancia existente entre la práctica clínica del día a día (adaptadas a los recursos reales en el ambiente clínico) y los principios éticos adquiridos en la formación profesional. Es decir, hace referencia a la gran diferencia que existe muchas veces entre las condiciones ideales de trabajo y las reales. Se incluirían aquí las limitaciones impuestas por el gasto sanitario, las presiones sobre las altas, etc.
  • Los recursos inadecuados, bien sea por la escasez de materiales o por falta de recursos humanos.
  • La sobrecarga de rol, es decir, la ausencia de tiempo para llevar a cabo las tareas pautadas en la jornada laboral establecida para el profesional (ej.: una médica que tiene que atender en su jornada laboral dos veces más pacientes en planta de lo estipulado, teniendo que hacer el doble de trabajo en el mismo tiempo).
  • La escasa participación en el sistema del que se forma parte. Es decir, la ausencia de voto en el modo en que se organizan las tareas o el sistema sanitario, resultando muy difícil poder ofrecer feedback sobre posibles mejoras que faciliten su trabajo.
  • El clima o ambiente laboral, siendo éste perjudicial para el/la profesional cuando se caracteriza por la ausencia de confianza, la rivalidad o la falta de apoyo.

La aparición de algunas de estas condiciones promueve las repercusiones físicas y emocionales anteriormente descritas y, sin embargo, son frecuentes, en mayor o menor medida, en la práctica sanitaria…. Entonces,

¿qué se puede hacer para batallar contra el malestar ocasionado?

En primer lugar, resulta fundamental la promoción de las denominadas “áreas blancas”, es decir, poder tener un espacio y tiempo en el que puedan hacer aquellas actividades que les recarguen las pilas, ya que para poder cuidar a los demás es importante que se cuiden a sí mismos/as. Es decir, tener un espacio en el que poder cuidar su autoestima y respetar sus propias necesidades, ya que las profesiones sanitarias son profesiones que tienden a centrarse sobre todo en el cuidado del otro (Díaz, 1994).

Asimismo, resulta fundamental el apoyo social y la participación en reuniones con otros profesionales de la red en las que poder compartir dudas o desahogarse tras un día duro de trabajo (Aguado, Bátiz & Quintana, 2013). También es de suma importancia reajustar periódicamente las propias expectativas sobre el nivel de ayuda que se puede ofrecer al paciente, ya que puede resultar muy frustrante ver que muchas veces no se puede ayudar al paciente todo lo que nos gustaría (Díaz, 1994).

Las circunstancias actuales que estamos viviendo con el COVID-19 hacen que los profesionales sanitarios se encuentren inmersos en una situación cargada de intensidad emocional y física. Por ello, debemos hacerles llegar la importancia del autocuidado…  para que ayudar a todas esas personas que hoy llegan a los servicios de urgencia y a las salas de los hospitales, no signifique hacerse daño a ellos/as mismos/as.

Desde Vínculo queremos trasladarles todo el ánimo posible, agradecerles su labor, y, sobre todo, recordarles que la terapia también es un medio para cuidarse a sí mismos.

 

LAURA HARTO

REFERENCIAS

Aguado, J. I., Bátiz, A., & Quintana, S. (2013). El estrés en personal sanitario hospitalario: estado actual. Medicina y Seguridad del trabajo59(231), 259-275. Recuperado de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_serial&pid=0465-546X

Bagaajav, A., Myagmarjav, S., Nanjid, K., Otgon, S., & Chae, Y. M. (2011). Burnout and job stress among Mongolian doctors and nurses. Industrial health, 49(5), 582-588. Recuperado de https://www.jniosh.johas.go.jp/en/indu_hel/index.html

Díaz, H. M. G. (1994). El estrés del terapeuta como resultado de su ejercicio profesional. LiberAddictus, 1-5. Recuperado de www.liberaddictus.org/NumAnt.php

Serrano, M. F. (2002). Estés laboral en el personal sanitario. Fisioterapia24, 33-42.

 

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