Cuando la tristeza, la desazón, la ansiedad o la apatía nos invaden hasta el punto de preocuparnos lo suficiente como para acudir a nuestro medico para contárselo, es habitual que el tratamiento prescrito para paliar esos síntomas o estados emocionales o mentales, sean antidepresivos y/o ansiolíticos. Es frecuente que en ese momento nos asustemos y pensemos. “¿estoy tan mal?”. Estos fármacos suelen sonar a “palabras mayores”.
En general, no nos preocupa tanto y tenemos más normalizado que nos receten antigripales, analgésicos, antibióticos, antivirales, protectores gástricos… medicamentos destinados a tratar patologías o síntomas físicos que en determinados momentos nos quitan calidad de vida y nos impiden desarrollar nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, la prescripción de psicofármacos suele ir acompañada de dudas, escepticismo e incluso de autocritica.
En este momento y dependiendo de cada persona y de sus estrategias de afrontamiento y personalidad, se pueden dar muchos tipos de reacciones:
- En algunos casos se acepta la medicación con la esperanza de que esas pequeñas pastillas «arreglen» lo que nos pasa, confiando en la química sin explorar otros métodos que ayuden a entender que ocurre.
- En otros casos la persona se pregunta si está loca o es débil emocionalmente y no puede curarse a sí misma, y esa receta más allá de ser algo temporal que puede ayudar con determinados síntomas, se convierte en un símbolo de debilidad, de fracaso, o de falta de recursos personales.
- Hay casos en los que esa prescripción se convierte en una señal que activa el pensamiento de que se necesita ayuda para enfrentar una situación y la búsqueda activa de soluciones que faciliten la sanación de lo que nos aflige.
- Y también se dan casos en los que no se acepta la idea de tomarse la medicación ya sea por miedo a la adicción, estar en contra de tomar fármacos, no aceptar el diagnostico o simplemente pensar que es mental y que se puede superar solo.
Sea cual sea nuestra reacción ante la idea de tomar psicofármacos es interesante saber que opciones tenemos, como podemos superar el problema y que tipos de ayuda podemos obtener. Así como conocer los efectos secundarios de los fármacos, los beneficios a corto y largo plazo y la durabilidad del tratamiento en cada caso.
Es importante por tanto preguntar al médico o psiquiatra que realiza la prescripción todas las dudas sobre lo que nos preocupa y es recomendable acudir a un psicólogo para ahondar sobre las circunstancias que nos han llevado a determinado estado, y para aprender que es un estado temporal, que puede ser tratado e incluso prevenirse en el futuro.
La psicoterapia es una herramienta muy valiosa para enfrentar este tipo de síntomas o patologías, nos proporciona una nueva visión de nosotros mismos, de nuestras habilidades para resolver problemas, de nuestros puntos fuertes, y también de nuestras vulnerabilidades y protecciones. Y debería ser la herramienta recomendada inicialmente por nuestro médico de atención primaria, para después decidir si para recorrer ese proceso es recomendable la medicación.
Hay muchas ocasiones en los que se puede realizar este proceso sin la ayuda de fármacos y otras en los que estos, son un necesario aliado para superar el proceso.
La vida está llena de situaciones de diversa índole, pasamos por distintos estados físicos, por duelos, por situaciones estresantes, por traumas emocionales. El hecho de necesitar algo de ayuda para superarlos no debería ser considerado un fracaso ni influir en nuestra autoestima y el nuestra percepción de capacidad. En la vida de cualquier persona hay momentos difíciles de transitar, más o menos graves, que realmente son OPORTUNIDADES para crecer emocionalmente, evolucionar como personas y poner en marcha formas nuevas de enfrentarnos a las situaciones.
Ante la duda, la inseguridad y la preocupación sobre un problema o estado de ánimo alterado, consulta con profesionales, pregunta dudas sobre la necesidad de medicación a los distintos profesionales. Los sanitarios debemos trabajar para y por el bienestar de las personas a las que acompañamos en sus dificultades físicas y psicológicas, ofreciendo con información y cercanía la seguridad que todos necesitamos cuando nos sentimos vulnerables.
Estefanía Álamo Rubio
Psicóloga en prácticas de Máster.
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