Terapia para Adolescentes
Terapia para Adolescentes
Anorexia, bulimia, déficit de atención, redes sociales, depresiones, rebeldía
La palabra adolescente proviene del latín, del verbo adolecer: causar dolencia o enfermedad. Es por ello que a nadie sorprende que la adolescencia sea una época de grandes cambios, de crecimiento, conflicto y sufrimiento para ellos mismos y sus familias.
Es una etapa muy vulnerable para los trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia) y otras adicciones, con sustancias (cannabis, alcohol, cocaína…) o sin sustancia (redes sociales, móvil, póker online…).
De hecho, la mayoría de los trastornos alimentarios fechan su inicio en la adolescencia y muchas personas conviven con ese malestar, con las obsesiones, con las dietas constantes, con el péndulo atracón-restricción, con vómitos hasta que son mayores y piden ayuda.
Sin embargo, aunque la adolescencia sea una época en ocasiones convulsa e intensa también es un momento idóneo para el aprendizaje y el cambio. En las edades comprendidas entre los 11 y los 18-20 años, el cerebro se está acabando de formar y va desarrollando la capacidad de abstracción. Es decir, en la adolescencia es cuando comenzamos a pensar que las cosas son de una manera pero que podrían ser de otra. Es un momento de máxima creatividad y en Vínculo nos gusta ayudar a los chicos y chicas de esta edad y a sus familias a aprovechar esa energía de una manera creativa y de respeto consigo mismos y con los demás.
Al ser la adolescencia una época de desarrollo, donde la personalidad se está formando son frecuentes las dudas y los problemas de autoestima. Todo esto puede influir en su capacidad para hacer amigos (bullying, acoso escolar), su relación con la sexualidad, las relaciones de pareja (dependencia, abuso, control, malos tratos…) y el manejo de sus emociones (agresividad, ira, ansiedad, depresión).
Es frecuente que se encuentren desorientados con su propio proyecto de vida: qué quiero estudiar, hacia dónde quiero encaminar mi vida… y tengan dificultades para tomar decisiones. Contrariamente a lo que parece, entre nuestros jóvenes encontramos mucha sensación de presión y de cumplir altas expectativas propias, de sus padres o incluso de la propia sociedad, acompañadas de un mensaje extendido de que su futuro va a ser muy difícil, que estudiar no sirve de nada y que probablemente no trabajen en lo que han estudiado.
Son dos mensajes contradictorios que generan ansiedad y en ocasiones depresión, así como desesperación y “pereza”. La “pereza” a menudo no es más que la expresión de la desesperanza, de personas que tienen claro que no van a lograr los objetivos que se proponen.
Nuestra gente joven es el futuro de nuestra sociedad y es tarea de todas las personas que les rodeamos ayudarles a que sus verdaderas capacidades asomen y se expresen debajo de la montaña de miedos, desgana o comportamientos inadecuados y disruptivos en la que se hayan metido.
En vínculo proponemos abordar estas dificultades de manera individualizada, familiar si así lo requiere o grupal, en nuestro grupo de habilidades sociales para adolescentes en el que por medio de la comunicación entre iguales, y por obtener modelos positivos de otros y autoestima al verse ayudando a los demás pueden lograr superar sus dificultades mucho más rápido que a solas.