“ESAS INOPORTUNAS IDEAS”: Fobias de impulsión y cómo te puede ayudar tu terapia psicologica.
Hoy vamos a hablar acerca de unos pensamientos que muchas personas tienen o han tenido pero que generan gran culpabilidad y vergüenza, por lo que es difícil que hablen de ellos.
Quizás tú mismo alguna vez has tenido alguna de estas “incómodas ideas” que te han sobresaltado y angustiado a partir iguales. Tienen una explicación y son sobre todo “informativas” acerca de tu estado emocional, más que porque su contenido sea relevante: son las fobias de impulsión.
Las fobias de impulsión se pueden tratar en una terapia psicologica y podrían definirse como un miedo intenso a nuestros propios impulsos, miedo a perder el control y hacer daño a alguien o a nosotros mismos. Dicha fobia suele adoptar la forma de pensamientos irracionales, con poco sentido, que vienen a nuestra mente de repente, sin saber por qué. Todo el mundo tiene alguna vez este tipo de pensamientos, como por ejemplo estar en el metro y pensar que podrías empujar a alguien a las vías o estar en un restaurante y pensar que podrías hacer daño a alguien con tu cuchillo. Normalmente, no se le presta demasiada atención a este tipo de pensamientos, ya que no tienen mucho sentido. Al no darles demasiada importancia, desaparecen tan pronto como han venido a nuestra mente.
Sin embargo, hay personas que se paran a reflexionar sobre dichos pensamientos, sobre qué pueden significar o por qué han pensado eso. Es la importancia que se les da lo que los transforma en algo negativo y molesto. Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor: un chico joven vuelve de la universidad. Está esperando al metro tranquilamente, escuchando música. De repente, se le viene el pensamiento de que podría empujar a otro chico que está al lado a las vías. Se queda sorprendido por tener dicho pensamiento, ya que sabe que es algo que nunca haría. Al darse cuenta de que es algo que no tiene sentido, no le da mayor importancia y se concentra en su música. Sin embargo, supongamos que se concentra en el pensamiento, dándole vueltas a por qué habrá pensado eso y angustiándose por si existe la posibilidad de poder hacerlo, ya que si lo ha pensado será por algo, sintiendo que no es capaz de controlar sus impulsos como pensaba que podía.
Pueden ocurrir varias cosas después de la aparición de este pensamiento, desde alejarse de ese chico por si acaso le puede empujar a evitar coger el metro cada vez con más frecuencia por miedo a que pueda dañar a alguien. Además, este chico seguramente experimente una gran cantidad de angustia, no solo por tener la sensación de que hay algo en él que “no está bien” y sentir que puede dañar a alguien en cualquier momento, sino también por no saber cuándo le van a aparecer dichos pensamientos de nuevo y si va a poder controlarlos.
Una característica típica de este tipo de fobias es la llamada fusión pensamiento-acción, que es la creencia de que el hecho de pensar en algo hace más probable que ocurra en la realidad. La causa de la aparición de estos pensamientos parece ser la ansiedad. En determinadas situaciones, como por ejemplo un examen o cualquier otra tarea que requiera concentración y un adecuado nivel de rendimiento, niveles medios de ansiedad nos permiten realizarlas de la mejor forma posible. Sin embargo, si este nivel de ansiedad es superior al necesario, más que ayudarnos a actuar bien, nos paraliza. Con esto quiero decir que cuando experimentamos mucha ansiedad, no podemos funcionar adecuadamente, y pueden surgir pensamientos extraños que, si estuviésemos más calmados pasaríamos por alto, pero que en ese estado de ansiedad nos preocupan. De alguna manera, estos pensamientos intrusivos nos estarían indicando que no nos encontramos todo lo bien que deberíamos, impulsando a la persona a buscar ayuda.
Un buen ejercicio para combatir estos pensamientos intrusivos es exponerse a aquellas situaciones que se evitan por miedo a que ocurra aquello que se piensa. En el caso del chico del ejemplo anterior, el cual evita ir en metro por miedo a empujar a alguien a las vías del tren, lo ideal sería que poco a poco empiece a utilizar el metro, quedándose un tiempo en el andén para comprobar que no va a empujar a nadie. De esta forma, desarticula el pensamiento, lo desmonta, haciendo que cada vez aparezca con menos frecuencia e intensidad. Otro ejercicio interesante consiste en no juzgar este tipo de pensamientos cada vez que acuden a nuestra mente, dejarlos ser, ya que cuanto más nos esforzamos en suprimirlos y eliminarlos, más tiempo permanecen en nuestra mente y más cuesta que dejen de venir. Es como cuando alguien te dice que NO pienses en un elefante rosa. ¿Verdad que es difícil no pensar en eso? Cuando intentas no pensar en algo, es más difícil que dicho pensamiento desaparezca, ya que este intento de eliminarlo tiene el efecto contrario. Por ello, si simplemente lo dejas estar, sin juzgarlo, es más probable que se vaya tan pronto como ha venido a tu mente.
Si consideras que tienes este tipo de pensamientos, intenta seguir estos dos pequeños consejos y, si aun así, sientes que no puedes manejar la situación, puedes solicitar una cita para comenzar una terapia psicologica en nuestro centro de psicoterapia Vínculo.
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Andrea Caballero Bragado
Silvia Ortega Membrilla
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