Testimonio de una paciente acerca de su trayectoria en Vinculo

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Encontrar a una buena terapeuta es igual de difícil que encontrar el amor... en un momento de incertidumbre, desesperanza y enfermedad, cuando ésta última, además, tiene la palabra, la simple idea de “ponerte bien” es la quimera más inalcanzable que has podido escuchar.

He de reconocer que nuestra relación no siempre fue bien, los principios fueron duros, hablaba mi enfermedad… pero con el tiempo y el esfuerzo de quién tienes delante, te das cuenta de que te aceptan, de que te comprenden, de que no te juzgan y, como consecuencia de esto, te enseñan lo más importante: a aceptarte, a entenderte, a no juzgarte…

No es hasta entonces, cuando la palabra “vínculo”, unido a la excelencia y profesionalidad, se convierten en el lazo y el motor que te impulsa. La confianza en ellas se traduce en confianza en ti y hacen que puedas descartar esa quimera, porque tras incontables horas de charla, ésta, se hace realidad.

Vínculo se convirtió en una constante de mi día a día… durante y después, también ahora… y siempre… como una voz propia e interna, todo lo aprendido me ha ido guiando en mis pasos, para seguir bien, para saber el camino cuando estoy mal y, lo más importante, para anticipar el desastre y saber pedir ayuda cuando la vida irremediablemente se tuerce.

Vínculo no es sólo un gabinete psicológico, Vínculo es un lugar donde te sientes segura para reestructurar, donde, a pesar de que el espacio físico pueda cambiar, la atmósfera, el clima y la calidad de las personas que lo hacen posible, siguen presentes y reconocibles con la misma capacidad de ayudar…

Pase el tiempo que pase, volver cuando lo necesitas, es regresar a una especie de hogar para la tan añorada SALUD mental.

 

 

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