Eric Berne planteó un enfoque psicológico al que denominó análisis transaccional, mediante el cual definió los estados del yo como un conjunto de conductas, pensamientos y sentimientos con los que manifestamos partes de nuestra personalidad en momentos determinados. El modelo retrata tres estados del yo que dibuja en tres círculos: el estado del yo Padre, estado Adulto y estado Niño.
Para ilustrar de qué tratan estas partes, te proponemos que intentes recordar si a lo largo de los últimos días has tenido pensamientos, sentimientos o conductas de cuando eras niño/a; tal vez hubo momentos en los que te has comportado o sentido de modos que aprendiste hace mucho tiempo de tus figuras parentales, o a lo mejor has actuado y sentido en respuesta al momento presente, a lo que sucedía a tu alrededor.
Las personas regulamos nuestro comportamiento según la situación en la que estamos, cambiando nuestra postura corporal, el tono de voz, las actitudes… Según Berne, estaríamos pasando de un estado del yo a otro.
El estado del Yo Padre aparece cuando nos encontramos pensando, sintiendo o actuando como lo hicieron nuestros padres/madres y/o personas de referencia cuando éramos pequeños/as. Este estado nos ofrece una visión sobre la vida en cuanto a lo que se debe hacer, valores, moral, algo así como una conciencia parental. Generalmente actuamos desde este estado ante situaciones de inseguridad, ya que nos ofrece un modelo sobre cómo actuar, sentirse o pensar.
Todos los estados tienen variantes en función del tipo de mensaje que transmiten. En líneas generales, podríamos hablar de un “Padre Crítico” y un “Padre Nutritivo” (podemos usar el término “madre” si nos cuadra más). El crítico lo es con uno/a mismo/a y con los demás, es rígido y emite juicios que ha asumido hace mucho, sin pensar en su veracidad. La parte nutritiva transmite afecto, protección, apoyo… como palabras de ánimo cuando nos enfrentamos a retos o a situaciones difíciles y nos decimos “¡vamos, tú puedes hacerlo!”
El estado Yo Adulto analiza la realidad de forma objetiva y toma decisiones útiles poniendo en marcha soluciones que resuelvan los conflictos de forma adecuada.
Berne hablaba del estado Yo Niño como una serie de sentimientos, actitudes y pautas de conducta que son reliquias de la propia infancia del individuo. Es el motor de la creatividad y la ilusión, de aquellos sentimientos más básicos de los seres humanos, y también donde residen los conflictos más profundos de las personas.
Hay muchos subtipos de este estado del Yo, pero podemos distinguir entre el “Niño Libre” y el “Niño Adaptado”. El “Niño Libre” contiene las emociones genuinas, la espontaneidad, las ganas de jugar, de ligar, de disfrutar… El “Niño Adaptado” es aquel desde el que actuamos cuando nos sentimos pequeños/as y nos sometemos a las demandas externas como lo haría un/a niño/a, o cuando nos frustramos y nos enfadamos con rebeldía y pataletas. Es decir, estamos siendo controlados por esa parte niña, tal y como lo habríamos hecho de pequeños/as, cuando no teníamos aún recursos para afrontar situaciones complicadas como tenemos de adultos/as.
Conocer los estados del Yo puede ser muy útil para saber que a veces el Yo Adulto no se encuentra al volante y estamos dejando que los estados internos tomen el control de nuestros pensamientos y conductas.
Podemos imaginarnos que nuestro mundo interno es una especie de autobús en el que viajan nuestros estados del Yo más antiguos, es decir, los miedos, sueños, inquietudes, valores, juicios, etc.
Si vivimos una situación con el miedo con el que lo haríamos de niños/as, es decir, si revivimos esas emociones, vamos a sentirnos con muy pocos recursos para afrontarlo.
Por eso, la metáfora del autobús puede servirnos para ilustrar cómo el estado Niño Adaptado ha tomado el volante y se ha puesto a conducir huyendo de la situación temida, sin capacidad real para hacerlo.
¿Qué hacemos ante esto? Hemos de poner en marcha el diálogo interno, respirar profundamente y permitir que sea el Yo Adulto el que se dirija a las otras partes con cariño y amabilidad y exprese: “voces internas, tranquilidad, ahora voy a tomar yo el control, entiendo tu miedo estado Niño y reconozco la inseguridad de la situación; estado Padre, escucho lo que decís y utilizo mis herramientas de adulto para sentarme en el asiento del conductor”.
Os invitamos a que observéis cómo dialogan en vuestra mente los distintos estados del Yo y a que tratéis de reconocer de dónde vienen vuestros juicios del Yo Padre o vuestros anhelos, miedos o deseos del Yo Niño.
¡Esperamos que deis rienda suelta a ese estado Niño Libre y escuchéis a esa parte de vosotros/a que tiene ganas de disfrutar, que bien que os lo merecéis en estos tiempos que corren!
Bibliografía
Stewart, I. & Joines, V. (2017). AT Hoy: una nueva introducción al análisis transaccional. ED CCS.
Borrajo Pallares
0 comentarios