TCA Y FAMILIA: COMPRENSIÓN DESDE LA MIRADA SISTÉMICA

Como hemos comentado otras veces, los trastornos de la conducta alimentaria son patologías con un origen multifactorial, en los que juega un papel muy importante la familia. En muchas ocasiones, el TCA puede surgir en el seno de una familia con un funcionamiento disfuncional. Es por esto por lo que la intervención familiar sistémica ha resultado ser muy útil para el tratamiento de dichos trastornos. La perspectiva sistémica es una forma de entender y actuar sobre el problema. No se centra sólo en la persona que “porta” el síntoma, sino que entiende el problema dentro del contexto en el que surge, ya que parte de la base de que el ser humano es un ser social y que por tanto influye y se ve influido por lo que le rodea. Se ha observado en diversos estudios que las familias en las que uno/a de los miembros tiene un TCA presentan una serie de características concretas, las cuales exponemos a continuación.

Una variable característica de estas familias es la rigidez. Dicha rigidez puede traducirse en un control excesivo por parte de los padres/madres en torno a los hábitos con la comida, que es transmitido a los/as hijos/as, quienes incorporarán para sí mismos esta forma de relación insana con la alimentación. Un ejemplo de ello sería la presencia de una alimentación estricta y considerada saludable en los días de entresemana y los fines de semana permitirse comer los alimentos considerados prohibidos para la familia. Pero dicha rigidez no es sólo con respecto a la comida, sino que también se puede observar en los patrones de relación. Se caracteriza por una escasa flexibilidad y dificultad para adaptarse a los cambios, la presencia de normas estrictas y cuyo incumplimiento genera malestar…

Por otro lado, la perspectiva sistémica entiende que la sintomatología que presenta alguno/a de los/as integrantes de la familia es una forma de manifestar la presencia de disfuncionalidad entre sus miembros y no es producto de variables personales. En otras palabras, el síntoma o patología que presenta alguno/a de sus integrantes surge como una necesidad de señalar y comunicar que está existiendo un problema en la familia (además de alguna dificultad a nivel individual).

¿Qué relación existe entonces entre una disfuncionalidad producida en el seno de la familia y la manifestación de un TCA en uno/a de sus miembros? El TCA funciona como un elemento cuya función es principalmente de soporte, aportándole a la persona un recurso para sobrevivir ante tanto malestar, a través del control sobre la alimentación. Siente que controlando la comida controla parte de su vida y cómo se siente, se trata de una estrategia de regulación emocional.

Concretamente, se ha observado que en las familias donde el nivel de conflictividad es muy alto, desde la perspectiva sistémica se entiende que puede haber una baja diferenciación de cada uno de sus miembros. Esto quiere decir que, de forma metafórica, en la familia hay unas normas implícitas donde se establece que todos y todas participan en una danza donde deben moverse al mismo compás y permanecer constantemente conectados entre sí a nivel emocional, aunque dicha conexión se establezca desde la hostilidad y el conflicto. Los altos niveles de conflicto les hace permanecer unidos/as. El TCA en estos casos puede funcionar como un intento por parte de la persona de diferenciarse emocionalmente con respecto del resto de miembros de la familia, para así, obtener una mayor sensación de autonomía y, por ende, de estabilidad personal.

Otra posibilidad es que en la familia ocurra lo contrario, estableciéndose poco contacto entre los miembros, donde cada uno baila su propia danza. Esto genera una reducida expresión emocional entre los familiares, aumentando así la probabilidad de que alguno/a de ellos/as desarrolle un TCA como forma de focalizar y desviar la emoción que no puede manifestar en el hogar o de expresar el malestar que le genera la escasa conexión emocional.

Es importante entender esto como hipótesis y formas de entender la funcionalidad de la patología; es decir, la persona no desarrolla un TCA de manera voluntaria y consciente para señalar todo esto, sino que opera a nivel inconsciente.

Es por esto por lo que la intervención familiar sistémica se convierte en el marco fundamental para tratar y comprender los TCA, ya que ofrece una visión muy amplia acerca de la etiología y las variables que mantienen la sintomatología de estas patologías. Desvía el foco del problema de la persona hacia el conjunto del sistema, eliminando así las concepciones erróneas y los prejuicios que generalmente se asocian a las personas que padecen un TCA. Este tipo de trastornos generan un alto nivel de malestar no sólo en la persona que lo padece, sino también en el entorno que la rodea.

Desde Vínculo trabajamos desde el enfoque sistémico, por lo que, si tú y/o tu familia necesitáis ayuda para abordar un TCA o cualquier otra problemática, no dudes en contactar con nosotras.

REFERENCIAS

Bowen, M. (1991) De la familia al individuo: La diferenciación del sí mismo en el sistema familiar. Madrid: Ediciones Paidós.

Lebrero, A., y Moreno, A. (2015). Terapia Intergeneracional. En A. Moreno. (Ed.), Manual de Terapia Sistémica. Principios y herramientas de intervención (pp. 298-335). Bilbao, España: Desclée de Brouwer.

 

Sara Álvarez Hierro

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