Los nuevos estilos de vida ocasionan que, desde edades muy tempranas, los niños y las niñas tengan claras referencias de cómo debe ser su cuerpo para que sea aceptado por la sociedad en la que se desarrollan.

Quizás no nos damos cuenta, pero de forma sutil y natural, mediante los juguetes (muñecas, superhéroes, revistas) y también a través del contenido audiovisual (televisión, videojuegos, internet, cine…) se generan en los/as más pequeños/as unos patrones estéticos “ideales” que posteriormente, en la adolescencia, procuran conseguir.

Los trastornos de la alimentación y el culto al cuerpo se van expandiendo en nuestra sociedad de una forma preocupante. Podemos incluso hablar de una nueva epidemia caracterizada por una obsesión constante en la búsqueda del cuerpo perfecto. Si ponemos el punto de mira más allá de las más conocidas, expandidas y divulgadas patologías como son la anorexia y la bulimia, surgen nuevas formas como la vigorexia y la ortorexia. Estas nuevas patologías están cada vez más extendidas y desarrolladas, encontrando su punto de origen en todo lo relacionado con aspectos socioculturales. La obsesión patológica por el cuerpo respaldada por los factores socioculturales de la época incita a la aparición de estos nuevos trastornos alimentarios que conllevan un reto más en la lucha contra estas patologías.

La sociedad de consumo del siglo XXI, en su deseo de vender acudiendo, muchas veces, a una publicidad engañosa, nos ha llevado a la aparición de nuevas alteraciones relacionadas con la ilusoria búsqueda de la perfección física y “la salud total”.

Todo comienza con el deseo de seguir una alimentación saludable, pero hay un punto de inflexión en el que la comida sana se convierte en una obsesión y, paradójicamente, ésta se convierte en una vía a través de la cual se puede llegar a enfermar. Es cierto que, a priori, se puede considerar una tendencia adecuada en la que se promueve un consumo responsable y sano de alimentos, sin embargo, la fina línea entre un cuidado saludable de la alimentación y la obsesión y desmesurada preocupación por la comida se puede convertir en una autentica enfermedad: la ortorexia.

La ortorexia se caracteriza por una obsesión patológica e irracional por comer sano y por la “calidad” de los alimentos, convirtiendo la comida en la principal y, casi única, preocupación en su vida. Esta preocupación por la comida es exagerada y conlleva un desarrollo de patrones alimentarios inflexibles que van mucho más allá de la simple preocupación por comer de forma sana. Por lo tanto, se acaba convirtiendo en un comportamiento totalmente obsesivo que genera en la persona importantes restricciones alimentarias al estar, constantemente, debatiendo la cantidad de comida, el tipo de alimentos, origen de los mismos, forma de cultivase, elaboración…

Como patrón general, las personas que sufren ortorexia sólo consumen alimentos ecológicos u orgánicos, cultivados de la forma más natural posible, rechazando alimentos con aditivos, alimentos procesados u cocinados mediante métodos de cocción no aptos según sus esquemas mentales. La obsesión puede ser tal, que, si la persona a la hora de comer no dispone de este tipo de alimentos, junto con estas características, prefieren dejar de comer.

A pesar de que en un inicio esta tendencia se identifica con una preocupación por seguir un estilo de vida saludable, una forma eventual para perder peso o  por superar y prevenir la aparición de enfermedades, estas personas acaban entrando en un bucle obsesivo que, lejos de mejorar y potenciar su salud, ocasiona un distanciamiento social, sentimientos claros de insatisfacción e incluso puede dar lugar a estados de desnutrición similares con los que pueden llegar a manifestar las personas que sufren anorexia.

Poder detectar la ortorexia en sus primeras fases no es una tarea fácil, ya que la línea entre la preocupación por la salud y la obsesión es muy fina. La sociedad promueve y, por ende, nos impulsa a llevar una alimentación saludable y equilibrada, llegando incluso a ser un motivo por el que la gente que te rodea te felicita y alaban el poder autocontrolarte en no caer en la “comida insana”. Darse cuenta de que esto puede llegar a ser un problema, es complicado. Sin embargo, desde Vínculo te proponemos una serie de preguntas que te podrán ayudar a saber si puedes estar sufriendo este nuevo trastorno de la alimentación. Te invitamos a que reflexiones sobre algunas de las siguientes cuestiones:

  • Actualmente, ¿te encuentras realizando algún tipo de dieta restrictiva o qué incluya pocos alimentos?
  • ¿Te preocupas en exceso por consumir diariamente comida saludable y de buena calidad?
  • ¿Has notado que en los últimos meses has eliminado ciertos alimentos por ser “poco saludables”?
  • ¿Juzgas y criticas a la gente de tu alrededor por lo que comen?
  • ¿Sientes que estás más alejado de los demás por tus hábitos alimentarios?
  • En el caso de comer aquello que tú consideras como “no saludable”, ¿te sientes culpable si lo consumes?

Si te sientes identificado/a con muchas de estas preguntas, es probable que la ortorexia esté llamando a tu puerta. En Vínculo podemos ayudarte a que la comida no sea un motivo de obsesión y culpa en tu día a día y, además, aprendas a tener una relación sana con ella adquiriendo una alimentación equilibrada y saludable con la que te encuentres mejor contigo misma/o.

 

Bibliografía

Aranceta, J. (2007). Ortorexia o la obsesión por la dieta saludable. Archivos Latinoamericanos de Nutrición, 313-315.

Bonet, R., & Garrote, A. (2016). Ortorexia. Nutrición, 13-15.

Muñoz, R., & Martínez, A. (2007). Ortorexia y Vigorexia: ¿nuevos trastornos de la conducta alimentaria?. Trastornos de la Conducta Alimentaria, 457-482.

 

Laura Pascual.

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