LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Los trastornos alimentarios son el grupo de enfermedades que más muertes provoca en el campo de la psiquiatría o de la psicología. La tasa de letalidad en estas patologías por desnutrición, complicaciones cardíacas o suicidios ronda el 5% según algunos estudios.
Y sin embargo, es una de las enfermedades que permite una recuperación más completa. Es un reto para psicólogos y psiquiatras ya que no consiste sólo en diagnosticar la enfermedad e implicarse en su curación sino también en acompañar a las personas que la padecen en una búsqueda de sentido de la vida y de diseño de un proyecto vital propio muy gratificante.
Llamamos trastornos de la conducta alimentaria al grupo de enfermedades caracterizadas por la obsesión con la comida y el cuerpo en todas sus dimensiones. Según cómo se exprese esta obsesión presentará unos síntomas u otros. En función de esos síntomas se etiqueta la enfermedad, sin embargo es muy habitual que no aparezcan de forma pura sino que a lo largo del tiempo se pueda transitar de una a otra presentando un diagnóstico mixto o un TCA no especificado. Los TCA recorren un continium desde el máximo control de la ingesta y del peso (propio de la Anorexia Nerviosa Restrictiva) al descontrol más absoluto como es el Trastorno por atracón o la Bulimia nerviosa purgativa.
Clasificaremos aquí los diagnósticos más comunes y algunos de nuevo cuño, inventados a menudo no por la comunidad científica sino por los medios de comunicación.
- Anorexia Nerviosa: caracterizada por el temor intenso a engordar, la restricción de un gran número de alimentos y la obsesión y distorsión de la imagen corporal. Se presentan 2 subtipos:
- Restrictiva: en la que se controla el peso por la infra-alimentación y en ocasiones la hiperactividad.
- Purgativa: en la que además se puede inducir el vómito y usar laxantes y diuréticos
- Bulimia Nerviosa: en la BN la persona, en su intento de control obsesivo de la ingesta, pierde a menudo la “fuerza de voluntad” y se da atracones. Entendemos por atracones, o bien una ingesta desmesurada de alimentos en muy poco tiempo (casi siempre dulces y carbohidratos) o una no muy grande cantidad de alimento pero sí acompañada de una fuerte sensación de pérdida de control y un marcado sentimiento de culpa que genera un altísimo nivel de ansiedad. Se pueden presentar también 2 subtipos:
- Purgativa: en la que al atracón le sigue de una manera compulsiva el vómito o el uso de laxantes y diuréticos.
- No purgativa: en la que la persona intenta compensar de otras maneras ese atracón, o bien volviendo a una dieta restrictiva o bien realizando un incremento de la actividad física.
- Vigorexia: es más común en varones y consiste en lograr un cuerpo muy musculado y en ocasiones, voluminoso. Se produce una fuerte obsesión por el físico, por la realización de deporte y la ingesta de determinados alimentos y complementos alimenticios (a menudo muy perjudiciales para la salud) para diseñar el cuerpo musculado con el que se obsesionan.
- Ortorexia: obsesión por la comida sana. Estas personas sólo pueden comprar alimentos “saludables” o ecológicos. No pueden comer en restaurantes que no tengan garantizadas las estrictas normas que se autoimponen y no pueden comprar sus alimentos en los lugares habituales del resto de la población. Afecta fuertemente a su adaptación y a sus relaciones sociales.
Dentro de las enfermedades que llamamos “de nuevo cuño” nos hemos encontrado con las siguientes:
- Alcohorexia: consumir alcohol para evitar la ingesta y para superar la ansiedad que produce la infra-alimentación (se puede considerar un síntoma dentro de la Anorexia Nerviosa)
- Pregorexia: obsesión de las mujeres embarazadas por recuperar su figura después del parto (habría que sopesar la posibilidad de que la mujer ya tuviera una alta obsesión por el cuerpo antes de quedarse embarazada)
- Tanorexia: obsesión por mantenerse bronceado o bronceada incluso poniendo el riesgo su salud. Aparece a menudo como síntoma dentro tanto de la anorexia como de la bulimia.
En el recientemente editado DSM-V encontramos los siguientes cambios:
- Reconocimiento del trastorno por atracón (deja de ser un TCANE).
- Revisión de los criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa (pasan a ser menos restrictivos).
- La inclusión de la pica, rumiación y el trastorno de la ingestaevitativo/restrictivo. El DSM IV incluía estos tres últimos entre los trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia, capítulo que no existe en el DSM V.
Más allá de los síntomas visibles, físicos y comportamentales los TCA esconden una honda raíz en la personalidad de quien los sufre que es el verdadero reto para los clínicos. Además de ayudar a frenar los síntomas físicos, en lo que tendremos que trabajar duramente es en factores predeterminante o mantenedores como son:
- La baja autoestima: a pesar del número de éxitos que puedan tener en sus vidas son personas que se sienten incapaces y un fraude para los demás
- El perfeccionismo: nada es suficientemente bueno, nada les satisface, nada les permite recibir un halago
- La impulsividad: sobre todo en la bulimia, hay muy poco espacio de tiempo entre pensar algo y hacerlo, su elevado nivel de ansiedad no les deja tiempo para la reflexión a la hora de comunicarse, de plantearse una relación sexual o de tomar cualquier tipo de decisión.
- La inseguridad: por ese marcado nivel de autoexigencia, nunca se sienten seguras en sus decisiones y se ven muy vulnerables a la manipulación
- Exceso de control: necesitan tener todo y a todos bajo control, sino se les dispara la ansiedad
- Irritabilidad: a veces por la falta de alimento, a veces por ver incumplidos sus altísimos “deberías” se pueden enfadar y estallan con mucha facilidad, especialmente con quienes más quieren
- La dependencia afectiva: es muy habitual que los TCA se presenten con otras adicciones como la adicción al alcohol, a la nicotina, a la cocaína o a las compras, pero casi en el 100% de los casos se presentará con una fuerte dependencia afectiva de una pareja o de un miembro de la familia, frecuentemente de la madre.
El TRATAMIENTO DE LOS TCA CONSTA DE 3 FASES:
- Primera fase: SUPERVIVENCIA.
El primer paso es garantizar la supervivencia de la paciente. Esto significa que habrá que sopesar si requiere de un ingreso hospitalario (si su IMC es inferior a 18,5 o si su nivel de vómitos es alto). En caso de que se le pueda tratar de manera ambulatoria habrá que tratar de implicar a su entorno más cercano para que le ayuden en la gestión de sus alimentos. Durante un tiempo tendrán que supervisar su alimentación, su nivel de actividad física y sus accesos al baño. Quizá necesite la ayuda de psicofármacos aunque cuando comienza a tener una ingesta normal los síntomas de ansiedad y depresión se van reduciendo.
En esta se implementan técnicas predominantemente cognitivo-conductuales.
- Segunda fase: LA RELACIONAL
En esta segunda fase se revisan las relaciones familiares y sociales. Es frecuente, que por el propio efecto de la enfermedad o previo a ella las familias de estas personas tiendan a sobreprotegerlas y a sentirse sobreimplicados en sus vidas. Una vez que ven que la paciente ha aprendido a cuidarse y a no pagar con la comida sus conflictos, se sienten con fuerzas de ir dejándolas tomar sus propias decisiones. Aprenderán también a resolver conflictos (procurando no herir a los demás cuando reivindiquen sus derechos) y a comunicarse sin someterse a nadie.
En esta fase es de gran ayuda el grupo de terapia. Se requerirá una orientación más sistémica del clínico.
- Tercera Fase: el proyecto vital
En la tercera y última fase se debe ayudar a la paciente a generar un proyecto vital genuino, respetando sus propios deseos y sin sentirse cumpliendo expectativas de nadie. Es una época de autoafirmación y de ir reduciendo su implicación tanto con el terapeuta como con el grupo de terapia. Es conveniente que el clínico tenga aquí una visión más humanista de su intervención.
Respecto a los terapeutas, como decíamos es conveniente saber que se necesita trabajar una serie de actitudes importantes a la hora de intervenir con personas que sufren un TCA. Para empezar, especialmente para las mujeres terapeutas es conveniente hacernos conscientes de la presión que sufrimos todas respecto a la figura y a la imagen. No es patrimonio exclusivo de las pacientes, el índice de obsesión por el aspecto físico en nuestra sociedad es realmente elevado. No conviene olvidarlo y sí luchar contra ello también en nuestra vida cotidiana.
Actitudes y aptitudes necesarias para un terapeuta
- Establecer alianza con el paciente.
- Mantener empatía constante.
- Explorar con cuidado los síntomas evitando el que se sientan juzgados y evitando también
la inducción de síntoma.
- Limitar las batallas por el control. Hay temas incuestionables como el peso que
es preferible no tratar en las sesiones iniciales puesto que no ayuda en la alianza terapéutica. Discutir, convencer no servirá de nada y hará que el paciente desconfíe y piense que el objetivo de la terapia es que aumente de peso.
- Mostrar una actitud de compromiso, colaboración y apertura con el paciente.
- Ganar confianza conociendo al detalle su historia personal.
- Trabajar la implicación familiar.
- Manejar la frustración como terapeuta y tener paciencia con el tratamiento sabiendo que son tratamientos largos de años de duración.
- Solicitar supervisión de un terapeuta experto .Edurne García Corres. Psicóloga del Centro de Psicoterapia Vínculo
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