Las Navidades y el TCA

Si te digo Navidad, ¿qué te viene a la mente? ¿Familia, amor, celebración, compañía, ausencias, comida, tristeza, conflicto, regalos, preocupaciones, gastos, ahora contagios?

Muchas personas compartirán la experiencia de que, en este periodo, las reuniones y las emociones están alrededor de la comida. Las cenas de empresa, con amigos o con la familia, se organizan preferentemente en comidas y cenas como costumbre socialmente asumida. Parece incluso de mala educación realizarlas alrededor de un espacio sin nada ofrecido o por ofrecer que llevarse a la boca.

Para las personas con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) estas reuniones suponen un reto. Se une su historia personal acerca de lo que implica la Navidad con el estresor de enfrentarse a estas comidas sociales, por la posibilidad de sentirse el foco de la mirada de sus seres queridos por el físico, o la cantidad que come o simplemente por la preocupación por la persona identificada con los síntomas.

Además de convertirse en el foco de la sobremesa, las reuniones familiares conllevan juntar a personas que, dentro de una misma familia, pueden no llevarse bien. Hay más tensión que en una comida o cena regulares, y dicha tensión puede hacer proliferar un conflicto. También produce tensión las “sillas vacías”, esto es, la ausencia de seres queridos que han fallecido o que están en cuarentena.

 

¿Cómo ayudamos a que una persona con TCA soporte mejor esta tensión? Os dejamos unas recomendaciones:

  • No opinar o resaltar los cambios físicos de los miembros de la familia, ni de la persona que presenta el TCA ni de otros miembros. En lugar de eso, interesarnos en cómo está, en sus planes para estas fechas, proyectos e intereses.
  • No realizar comentarios acerca de la comida ni del “efecto” que puede tener. Es decir, atención especial a calificaciones de la comida “cómo nos vamos a poner, nos vamos a hinchar, cuánta comida, he comido hasta explotar, mañana a bajar los turrones, etc”.
  • Durante la realización del menú de Navidad es preferible que la persona con los síntomas de TCA no entre en la cocina ni sepa que comida habrá hasta el momento de servir y cenar. También ayuda que no elija lo que se va a comer, que haya ya un plato preparado para ella de lo que haya en la mesa.
  • Respetar las cinco comidas diarias: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena. El mejor planteamiento es seguir cumpliendo la rutina instaurada en el día a día.
  • Acerca de la comida sería preferible mantener un primer plato, segundo, postre y un trozo de pan servido por otro miembro de la familia. Disminuir los “picoteos” con comidas muy variadas y, si no es posible, servir un plato para la persona con los entrantes. Evitar dejar los turrones u otras fuentes/platos con comida expuestos en la mesa durante horas y retirar cuando se haya finalizado.
  • Procurar la reorientación de la atención de la persona con TCA hacia el disfrute del evento social, ayudándola a que el foco de importancia sea el disfrute de la presencia de los seres queridos por encima de la comida.

 

Este año especialmente, por las condiciones sanitarias a las que nos enfrentamos, las Navidades van a ser aún más complicadas para el colectivo de pacientes con TCA. Dentro de las posibilidades que se tengan en cada casa, hay que procurar entender, apoyar, proteger del síntoma de TCA y no entrar en discusión. Desde Vínculo estamos enfocando muchas de las terapias precisamente al afrontamiento de la Navidad, y dando apoyo profesional y aprendiendo también cada año del reto que les supone a nuestros/as pacientes.

 

José Miguel Budia y Andrea de la Vega

 

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