Las emociones no tienen género
«Encajar y no ser rechazadxs”. Los roles de género han jugado un papel muy significativo en esta frase, el hombre y la mujer han crecido a través de normas sociales que los encasillan en una serie de etiquetas de conducta. Algunas de estas son tan sutiles, que calan en el subconsciente haciéndonos creer que nuestra manera de actuar es espontánea. Por ejemplo, el niño que reprime sus ganas de llorar cuando se siente lastimado, por miedo a sentir bullying de otros, ya que “los niños no lloran”, el rosa para las niñas y azul para los niños, los juegos de roles, las aficiones, las profesiones, la identidad, la orientación sexual… parece que cada aspecto de nuestra vida desde la infancia, esta “determinado” por estos constructos sociales ligados al sexo (sin tener ninguna consideración con las personas trans o no binarias).
Es posible que parte de nuestra manera de comportarnos, no sea más que un mecanismo de defensa para no sentirnos excluidxs. Conforme vamos creciendo, esta presión por encajar se hace cada vez mayor y comienza a aparecer de forma más evidente. La forma en que actúas, como te comportas, todo tiene un significado y, si te sales de los patrones establecidos, unas consecuencias para la sociedad. La masculinidad y feminidad son conceptos que hasta hace muy poco, eran entendidos como puntos opuestos de un continuo, por lo que se presentaban como contrapartes (Medina, 2007). Esto influye no solo en nuestra manera de actuar e interactuar con los otros y con el ambiente, si no también, en como manejamos nuestras propias emociones. La salud mental, por supuesto, no ha quedado libre de estas distinciones de género. Enfocándonos en el niño que crece creyendo que mostrar sus emociones es sinónimo de ser débil, es menos probable que cuando sea adulto busque ayuda cuando la necesita. Ya que la búsqueda de ayuda no es coherente con la creencia “masculina” de que debe ser fuerte y autosuficiente. Esto se evidencia en la alta tasa de suicidio en hombres en nuestro país. Según los datos del INE (Instituto nacional de estadística), de las personas fallecidas por esta causa, el triple de las muertes son hombres (2.771 sobre las 900 mujeres).
Esto nos hace cuestionarnos que tal como se muestra en los estudios de psicología diferencial, no parece que sea una cuestión biológica lo que hace que, las mujeres tengan prevalencia en trastornos específicos como ansiedad y depresión, y que los hombres mayor incidencia en conductas antisociales y en adicciones. Gaviria S.(2009), señala que las diferencias de género no son reales porque las mujeres sobreinforman, en tanto que los hombres reportan menos las quejas somáticas y psíquicas a sus médicos. La tendencia de las mujeres a reportar más síntomas de depresión que los hombres puede ser responsable de su mayor probabilidad de cumplir con los criterios para un trastorno depresivo, mientras que los varones utilizan alcohol y otras sustancias para disminuir los síntomas depresivos (el alcoholismo es más frecuente entre los hombres y se considera como una forma enmascarada de la depresión) ; con lo cual se evidencia que el contexto social influye y sabemos que es modificable, aunque aparentemente las sociedades son cada vez más igualitarias, niñas y niños siguen presenciando en sus entornos de desarrollo numerosas situaciones en las que esta igualdad no es real. Desconstruir estos ideales es un proceso que está, por fortuna, cada día más en las discusiones actuales.
Como vivir más comodxs con nuestra identidad es, en parte, tener estas conversaciones.
El autoconocimiento es positivo para debatirlo y la terapia es un lugar seguro para entender como nos ha influido no solo en la infancia y en nuestro proceso de crecimiento si no también, en el presente las distinciones. Recuerda que, las emociones no tienen género, si necesitas ayuda estamos aquí.
Josmary Brazón
Bibliografía
https://cenitpsicologos.com/el-genero-tambien-afecta-a-la-salud-mental/
Medina, M. (2007). Masculinidades en la era de la razón. Propuesta para el estudio de la identidad y autorrepresentaciones en Suecia y Sudamérica a principios de 1800. En M.C. Medina, E. Dominguez, & R. Icaza-Garza.
Gaviria Arbeláez, Silvia Lucía (2009). ¿Por qué las mujeres se deprimen más que los hombres?. Revista Colombiana de Psiquiatría, 38(2),316324.ISSN: 0034-7450. Disponible en:https: //www.redalyc.org/articulo.oa?id=80615421008